lunes, 13 de mayo de 2013
Los 7 tipos de compañeros de trabajo más nocivos para tu salud y para tu vida
Los
7 tipos de compañeros de trabajo más nocivos para tu salud y para tu vida
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La fauna que se puede encontrar en el ecosistema laboral es muy amplia y
variada. Existen diversas tipologías de empleados relacionadas con una mayor pérdida
de productividad y potencialmente dañinos para la atmósfera laboral entre
el resto de compañeros. A menudo, debemos trabajar en grupo con ellos, por lo
que saber identificarlos de antemano nos permitirá tomar una serie de
precauciones previas para aminorar su influencia negativa. Algunos de los compañeros de trabajo más “tóxicos” para el ambiente laboral, son los típicos “criticones”, los “trepas” o los “cabezones”, pero por desgracia, la lista no se limita solo a ellos. Estas son algunas de las personalidades de los compañeros de trabajo más incómodos para los demás. Victimistas “En España nos quejamos más que hacemos”, se suele oír a menudo. Y es que según insiste la psicología laboral, existen verdaderos profesionales del victimismo. Seguro que todos hemos caído alguna vez en estas actitudes. Todo lo que nos rodea es negativo, todo se mueve en nuestra contra, y resulta que nosotros no tenemos absolutamente ninguna responsabilidad en lo que está sucediendo, somos inocentes. Sin embargo, lo que verdaderamente distingue al victimista es que nunca hace nada para cambiar la realidad y se limita a buscar que los demás empaticen con él por la cruz que les ha tocado llevar. Cabreados crónicos Si día tras día te cruzas con un compañero de trabajo que no te devuelve el saludo, entonces ten claro que estás ante un cabreado crónico. Se destacan por no mantener relaciones con los demás, dar la sensación de estar muy ocupados desde el primer momento en el que pisan la oficina, no brindar nunca una sonrisa y alardear de sus malas formas. Menos habituales que los victimistas, pero igualmente presentes en todo tipo de empresas, estos compañeros de trabajo dejan de ser tóxicos para los demás cuando nos resignamos a asumir que su negativa actitud es consustancial a su forma de ser. De este modo, podremos relativizar su malhumor y crear una cortina de humo para que no contagie negativamente el clima laboral. Desganados Nunca duermen bien, siempre les duele la cabeza y, lo que es peor, siempre se sienten molestos cuando se requiere de su ayuda, sin importar que sea el jefe o sus compañeros. Su estado anímico es una constante entre el sufrimiento por las pocas ganas de enfrentarse al trabajo diario y la frialdad. La desgana es una de las actitudes más contagiosas y que pueden convertirse en un pernicioso freno para el trabajo en grupo. Al fin y al cabo, los desganados suelen privilegiar sus propios intereses ante los del resto del grupo o de la empresa en general. Manipuladores Suelen ser los más inteligentes, a la par que peligrosos. El Príncipe de Maquiavelo es su libro de cabecera y su capacidad para engañar a los demás en beneficio propio, utilizando siempre para ello medias verdades, no conoce límites. El resto de compañeros de trabajo solo son un medio para alcanzar sus objetivos particulares. Carecen de escrúpulos y con tal de ascender no dudan en traicionar a quien sea. Son expertos en el arte de seducir y la oratoria es su fuerte. Ante este tipo de compañeros de trabajo solo nos queda detectar su presencia, intentar conocerlos cada vez mejor y practicar nuestras habilidades para no dejarnos influir. Criticones Son un clásico en cualquier tipo de empresa. No importa la cuestión sobre la que se debata ni los argumentos empleados, ellos siempre estarán ahí para criticar y exagerar la parte negativa de todo, creyéndose además que son dueños de la verdad absoluta. Se destacan por ser unos eternos insatisfechos, nada les vale ni les hace felices, por lo que suelen rebajar el optimismo y el positivismo de quienes los rodean. Una de sus máximas es sacar a relucir los defectos de los demás, aunque generalmente cuando no están presentes. Una estrategia de desprestigio de los compañeros que, según los psicólogos, utilizan en realidad para camuflar su falta de seguridad en sí mismos y en la tarea que desempeñan. Trepas Su individualismo y competitividad no tiene límites. Siempre están atentos para adueñarse de los méritos de los demás a ojos de sus superiores. Nunca dejan pasar por delante una buena oportunidad, aunque para ello tenga pisotear a los compañeros, de quienes suelen informar sobre sus errores y debilidades para dar la sensación a los jefes de que son mucho mejores que los demás. Su capacidad para estar siempre al lado de quien más les conviene es muy alta, y siempre están ahí para lo que el jefe necesite, sin ningún tipo de miramiento hacia quien puedan perjudicar por ello. En definitiva, son unos maestros a la hora de echar la culpa a los demás y sacar el mayor rédito posible de los errores ajenos. Cotillas Son los encargados de hacer circular los rumores sobre la vida personal de los demás. Aunque no tengan demasiados detalles sobre lo que cuentan, suelen rellenar los vacíos con informaciones inventadas. Cuando obtienen algún chisme sobre los demás, corren a contarlo al primero que se encuentren por delante de manera casi impulsiva. A la larga acaban contribuyendo a generar distintos bandos dentro de la empresa, para poder sentirse respaldados a la hora de criticar a los compañeros del otro “grupillo”. El ambiente laboral que generan es tremendamente negativo para el funcionamiento general de la empresa, pues generar un clima de desconfianza mutuo muy dañino. El Confidencial |
domingo, 5 de mayo de 2013
Las ocho mejores historias de superación de 2012
Las
ocho mejores historias de superación de 2012
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Pocas alegrías nos depara una actualidad marcada por las malas noticias
económicas, políticas y sociales. Es complicado encontrar en las portadas de
los periódicos una buena nueva, ni siquiera, una noticia que nos haga esbozar
una media sonrisa. Las tragedias, tanto naturales como impulsadas por el
hombre, parecen sucederse, y cuando parecíamos haber superado una, otra nos
vuelve a abofetear con fuerza. Por ello, ahora que este 2012 toca a su fin,
merece la pena echar la vista atrás y recordar algunas de las historias de
superación personal más importantes de este año, así como algunos de los
personajes a los que, con tantas cosas en su contra, les ha ido bien estos
últimos años. Todos ellos suelen compartir algo: una actitud positiva hacia
la vida, en la que no ignoran las dificultades que van a tener que afrontar
pero que jamás se han dado por vencidos. Entre ellos se cuentan un
gran número de deportistas, que generalmente suelen protagonizar este tipo de
historias, pero no sólo en el mundo del deporte uno puede superar las dificultades
y escalar a la gloria. –Isidre Esteve, cómo no perder la ilusión ante la tragedia. En 2007, la vida del motorista de rallys gerundense cambió para siempre. Una caída en el Bajo Almanzora fracturó sus vértebras T7 y T8, lo que le postró en la silla de ruedas. Sin embargo, el deportista no se ha vencido y, además de publicar en 2008 La suerte de mi destino (Ara Llibres), el natural de la Seu d’Urgell ha querido compartir su experiencia con todos aquellos en una posición semejante a la suya. Por ejemplo, en la carta que dedicó a Joan Lascorz, que sufre un cuadro tetrapléjico gracias a una lesión medular. La mejor noticia es que este verano, Esteve señaló que su retorno al Dakar estaba “más cerca”. Los profesores del MIT se han quedado sorprendidos por los conocimientos del joven Kelvin Doe–Artur Kasprzak, el policía que se sacrificó por su familia. A finales del mes de octubre, el Huracán Sandy asoló un gran número de países caribeños antes de llegar a los Estados Unidos, donde acabó con la vida de 113 personas. Una de ellas fue Artur Kasprzak, un policía neoyorquino de 28 años que murió ahogado en el sótano de su casa de Staten Island. Sin embargo, su sacrificio no fue en vano, ya que antes de fallecer, consiguió salvar la vida a seis personas, entre los que se contaban su propio padre y su hijo de 16 meses. Kasprzak visitó en varias ocasiones el sótano de su casa para salvar a sus familiares, que se habían quedado atrapados y a los que fue subiendo a la azotea. Sin embargo, aunque prometió en su última bajada que volvería pronto, este inmigrante de origen polaco que llegó a Estados Unidos en 1993 jamás regresó. –Kelvin Doe, un ingeniero de primer nivel (con 16 años). Sierra Leona ha sido un país marcado de manera trágica por la violencia, especialmente en lo que concierne a los miles de niños que han sido obligados a ejercer de soldados. Sin embargo, la historia de Kelvin Doe (también conocido como DJ Focus), aunque pueda parecer un caso aislado, abre una ventana para el futuro de este país. En 2010, Doe comenzó a estudiar ingeniería por su cuenta con el objetivo de construir su propia estación de radio y hoy, apenas un par de años más tarde, ha conseguido desarrollar su proyecto y aparecer en los grandes medios estadounidenses como CNN o BBC y convertirse en el invitado más joven al programa de visitantes del Instituto de Tecnología de Massachusetts. ![]() –Teresa Perales. La nadadora paralímpica española, abanderada de nuestro país este verano, ha conseguido nada menos que 22 medallas, lo que le ha hecho merecedora este otoño de la Gran Cruz de la Real Orden del Mérito Deportivo. “Lo importante es la manera en que afrontamos las cosas que van pasando”, señalaba este mismo año la deportista. “Cuando me quedé en silla de ruedas pensé que mi vida era con mi silla y que gracias a ella podía hacer grandes cosas”. Entre ellas, convertirse en la española más laureada de los Juegos Paralímpicos, igualar la gesta de Michael Phelps y, por si fuera poco, ser feliz. –Mark Ellis y Lola-Rose, el retorno a la vida gracias a los hijos. Una de las historias más conmovedoras este año ha sido la de un joven británico de 22 años que sufrió una apoplejía y perdió la capacidad del habla, quedando completamente paralítico y aquejado del llamado “síndrome de enclaustramiento. Además, las posibilidades de sobrevivir tras los primeros meses eran muy bajas. Sin embargo, la participación en el proceso de recuperación de su hija Lola-Rose fue uno de esos milagros clínicos que ocurren de tanto en tanto. Tanto es así, que Ellis volvió a caminar y a comunicarse con sus semejantes, recordando que las emociones pueden ser una útil herramienta en este tipo de dolencias. –Taylor Morris. Antes de marchar a Afganistán como experto en desactivación de minas, el soldado Taylor Morris era otro joven americano más, que vivía feliz junto a su novia Danielle. Sin embargo, la explosión de una mina le hizo perder sus cuatro extremidades, los dos brazos y las dos piernas. Allí donde otros habrían caído presa de la desesperación, Morris ha sido capaz de seguir adelante y llevar a cabo unos ·increíbles avances· en su recuperación, algo en lo que los médicos aseguran que su novia Danielle ha influido de manera significativa. Morris, que consiguió la Medalla de Bronce del Valor, aseguró que ·si tuviese manos, le pondría esta medalla a Danielle·. La historia de esta pareja se puede seguir en una serie de fotografías que han circulado por toda la red y que han conseguido recaudar 250.000 dólares para la recuperación de Morris. ![]() |
La hora del hemisferio derecho
La hora del hemisferio derecho
Para afrontar el nuevo mundo necesitamos explorar
nuestra parte más emotiva y creativa.
La educación tradicional ha fomentado el pensamiento
lógico y racional frente a la intuición.
Cada hemisferio del cerebro procesa la información de
forma distinta: el izquierdo busca certezas; el derecho, nos conecta con la
dimensión más inmaterial y espiritual.
Borja
Vilaseca
Puede que
nos hayamos olvidado, pero todos hemos sido niños. Por aquel entonces, veíamos
la vida con asombro y la disfrutábamos jugando con la imaginación. Pero tarde o
temprano nuestras ilusiones chocaron contra el muro que los adultos llaman
“realidad”, que comenzamos a construir al iniciar nuestra andadura académica y
profesional. ¿Cuántas veces nos han dicho que no podemos ganarnos la vida
haciendo lo que nos gusta? De tanto oírlo, la mayoría nos lo terminamos
creyendo, dejando nuestros sueños de lado.
Pero si cada
uno de nosotros nace con un potencial, con un talento y con una misión
determinados, ¿por qué en general nos dedicamos a profesiones que poco o nada
tienen que ver con nuestros verdaderos valores? La respuesta se encuentra en nuestro
cerebro. Este órgano está dividido en dos: el hemisferio izquierdo y el
hemisferio derecho. Curiosamente, cada hemisferio procesa la información que
recibe del exterior de forma distinta. Cada uno está relacionado con áreas y
funciones diferentes. Podría decirse que ambos cuentan con su propia
personalidad.
“Lo esencial es invisible
a los ojos; tan solo puede verse con el corazón” (Antoine de Saint-Exupéry)
a los ojos; tan solo puede verse con el corazón” (Antoine de Saint-Exupéry)
El
hemisferio izquierdo, por ejemplo, es el responsable del lenguaje verbal, de la
habilidad lingüística, de la capacidad de análisis, de la resolución de
problemas matemáticos, así como de la memoria y el pensamiento lógico y
racional. Es el más intelectual, formal y convencional de los dos; se le da muy
bien absorber y almacenar información teórica y numérica, como nombres,
definiciones o fechas. Por el contrario, tiende a controlar e inhibir sus
sentimientos. Es el encargado de la organización, el orden, la estructura y la
planificación. Es muy obediente y disciplinado, y se rige por medio de normas,
reglas, protocolos, leyes y procedimientos estandarizados. Y utiliza el miedo
para protegernos y mantenernos a salvo de potenciales amenazas y peligros.
Un
empresario envió a sus dos hijos gemelos a explorar un país para sopesar las
oportunidades para su negocio de calzado. Al cabo de un tiempo, el padre
recibió correos electrónicos de sus hijos. El primero escribió: “Querido padre,
llevo días recorriendo este fantástico país y he observado que hay pocas
tiendas y que la oferta de calzado no es de muy buena calidad. Muchas personas
aún viven en el campo, donde la mayoría de los caminos se encuentran sin
asfaltar. Sinceramente, no creo que sea un buen lugar para vender nuestros
zapatos”. Seguidamente, el padre leyó el mail de su otro hijo: “Querido padre,
llevo días recorriendo este fantástico país y he observado que hay pocas
tiendas y que la oferta de calzado no es de muy buena calidad. Muchas personas
aún viven en el campo, donde la mayoría de los caminos se encuentran sin
asfaltar. Creo que es un buen lugar para vender nuestros zapatos”. A pesar de
que los dos hermanos habían recorrido el mismo país, vieron cosas diferentes.
Uno detectó problemas y el otro vislumbró oportunidades.
Este
hemisferio busca certezas y solamente se fija en la dimensión física,
cuantitativa, tangible y material de las cosas. Y le cuesta mucho percibir los
infinitos matices grises que se encuentran entre los extremos blanco y negro.
El hemisferio izquierdo solo considera válida aquella información que pueda
demostrarse a través de hechos irrefutables, resultados medibles y datos
estadísticos.
El
hemisferio derecho, por otra parte, está más vinculado con la experiencia
cenestésica y sensorial de todo aquello que sabemos que no puede expresarse con
palabras, y que no por ello es menos real. Nos brinda la habilidad de
interpretar señales, signos y metáforas, así como la capacidad de soñar y de
comprender el significado oculto de las cosas. Este hemisferio nos conecta con
la dimensión emocional y espiritual de nuestra condición humana; nos permite
sentir la parte cualitativa, intangible e inmaterial de las cosas. Es el más
artístico, original y rebelde de los dos; le gusta salirse de la norma e ir más
allá de lo socialmente establecido. No tiene sentido del tiempo y está
totalmente centrado y arraigado en el momento presente.
Es experto
en relacionarse con los demás. Destaca por su empatía, su compasión y su
destreza para detectar los aspectos no verbales de la comunicación. Se le dan
muy bien la percepción espacial, el movimiento y la orientación. Tiene una
visión holística de la realidad, concibiéndola como una unidad donde todo está
integrado e interconectado. Entre otros dones, el hemisferio derecho nos
permite desarrollar la intuición, la imaginación, la innovación y el
pensamiento creativo; tiene facilidad para visualizar ideas e inventar cosas
que no existían y que aparentemente no eran posibles. Y en definitiva, nos
nutre de confianza para atrevernos a seguir nuestra propia voz interior y, en consecuencia,
recorrer nuestro propio camino.
Los
neurólogos han descubierto que ambos hemisferios actúan a la vez. Los dos
presentan cierta actividad neuronal –en mayor o menor medida–,
independientemente del tipo de tareas que llevemos a cabo. Ninguno de los dos
es más importante que el otro; más bien son complementarios. Hoy por hoy, la
mayoría de nosotros estamos tiranizados por el hemisferio izquierdo, y es esta
descompensación con nuestro hemisferio derecho lo que impide que muchos
conozcamos la forma de cultivar la intuición y la creatividad necesarias para
reinventarnos profesionalmente.
“La inteligencia y la creatividad de cada persona son
tan singulares como
su huella dactilar”
(Ken Robinson)
su huella dactilar”
(Ken Robinson)
El
hemisferio izquierdo del cerebro sigue siendo el único protagonista en las
aulas. La inteligencia y el valor de las nuevas generaciones se siguen midiendo
con la puntuación que los estudiantes sacan en los exámenes, colegios,
institutos o universidades. Y es que seguimos creyendo que el pensamiento
lógico y el conocimiento racional son superiores a la intuición, la imaginación
y la creatividad.
Tal como
explica el experto en educación,
talento y creatividad Ken Robinson, los actuales test miden cierto tipo de inteligencia,
pero dejan de lado muchos aspectos y cualidades de la misma. Hay tantas maneras
de expresar la inteligencia como seres humanos hay en este mundo. Eso sí, todas
ellas van de la mano de la creatividad. Y al igual que la capacidad de razonar
nos viene de serie, el pensamiento creativo es inherente a nuestra condición
humana.
Si bien las
habilidades del hemisferio izquierdo nos han dado buenos resultados a lo largo
de la era industrial, para la era del conocimiento que está emergiendo ya no
van a ser suficientes. Ha llegado la hora de potenciar nuestro hemisferio
derecho y promover un sano equilibrio entre ambos. Para lograrlo, el reto es
descubrir un medio profesional para canalizar todo el potencial innato que
reside en nuestro interior. De pronto encontramos la manera de conjugar una
serie de elementos que antaño parecían contradictorios e incompatibles, como
por ejemplo la pasión con la profesión o la vocación con el dinero. El quid de
la cuestión es si somos lo suficientemente valientes como para escuchar lo que
sentimos en nuestro corazón.
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