El pesimista se
queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas.
William George Ward
Pesimistas y optimistas hacen interpretaciones muy
dispares de los sucesos positivos y negativos que acontecen en su interacción
con el mundo:
1) Los pesimistas tienden a pensar que lo ocurrido, si es positivo,
tiene un carácter temporal, momentáneo y lo ven como fruto de algo que se les
escapa de las manos y no depende de ellos. Si el resultado es negativo piensan
que durará mucho tiempo y lo ven todo negro, teniéndose como responsables
únicos de todo lo ocurrido.
2) La forma de percibir de las personas optimistas
funciona de otro modo, son capaces de tener una actitud realista (ajustar las velas) pero también
esperanzadora (darse cuenta de que todo acaba pasando). Básicamente la
diferencia está en la confianza, la creencia de que puedo contar con mis
recursos y de que todo pasa por alguna razón que facilitará mi aprendizaje y
desarrollo.
El optimismo nos ayuda a enfrentar las dificultades
como retos, retos que la persona realista asume y en los que persevera confiando en
nuestras potencialidades y capacidades como ser humano y en la buena
disposición que otros tienen hacia la ayuda.
Qué efectos tiene para la salud una
u otra actitud.
“Ni tus peores enemigos te pueden hacer tanto daño
como tus propios pensamientos”
(Buda)
Las personas más optimistas suelen tener mejor humor y
salud que las negativas.
Ya en la Odisea de Homero se narraba como la alegría y
el optimismo eran formas de mantener una buena salud y cómo estos actuaban como
escudos protectores frente a múltiples enfermedades.
La moderna medicina y las investigaciones recientes
apuntan a este dato ya descrito en la Odisea. Veamos cuales son algunos
de los efectos sobre la salud de una u otra actitud:
Actitud negativa:
• Trastornos de tipos psicológico: Trastornos de ansiedad fóbica como
la agorafobia, las fobias sociales, las fobias específicas o aisladas, el
trastorno de pánico, el trastorno de ansiedad generalizada y el trastorno mixto
ansioso-depresivo.
• Ingesta desmedida de alcohol, el consumo de tabaco o
de sustancias psicotrópicas.
• Estrés que genera, a la vez, más esteroides que debilitan el
sistema inmune, por lo que se tiene más tendencia a enfermar.
• Disminución de las catecolaminas e incrementa la secreción de
endorfinas, lo que disminuye la actividad del sistema inmunológico, facilitando
así la enfermedad.
• Mal genio o agresividad: riesgo grave para el corazón y el
cerebro pudiendo ocasionar o precipitar infartos cerebrales o infartos de
miocardio.
Actitud optimista-realista:
• Disminuye los síntomas de depresión.
• Refuerza el sistema inmune.
• Modera la tensión arterial.
• Menores niveles de angustia.
• Mayor porcentaje de supervivencia que las enfermas
pesimistas.
• Previene el cáncer.
Ahora la gran pregunta aquí es de dónde surgen estas
actitudes, ¿por qué algunas personas son más optimistas que otras y por qué
algunas no paran de quejarse continuamente y verlo todo oscuro?
El pesimismo es básicamente una respuesta
condicionada, aprendida socialmente. Es frecuente que personas negativas hayan tenido
padres también negativos o que hayan vivido en sociedades y ambientes sociales
negativos.
Cómo cambiar nuestra actitud de
negativa a optimista.
Si la persona está interesada en reprogramar su
mente para construirse una mente más feliz ha de iniciar un proceso de desarrollo personal donde pueda en primera instancia
observar su mente, sus personajes internos y sus esquemas de pensamiento que lo
llevan a conformar esa visión catastrofista de la realidad y de sí mismo para
luego ir introduciendo cambios que le permitan cambiar estas formas de
pensamiento que no le favorecen y que le limitan. A medida que la persona
automatice la autoobservación de los propios pensamientos y atestiguándolos sin
juzgarlos, irá desidentificándose de ellos.
¿Y tú cómo quieres ver tu vaso: medio lleno o medio
vacío? Ten en cuenta
que la voluntad es el primer paso para la acción.
Soraya Founty
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