Decir que internet le ha dado a los ciudadanos el
poder de defender sus derechos es una mezcla de ingenuidad y perogrullada. La
red ha proporcionado una potente herramienta de comunicación pública que
cualquiera puede utilizar, y eso es innegable, aunque de ahí a que su efectividad
sea incontestable hay un paso. Lo que sí está claro es que funciona como un
altavoz de denuncia para luchar por la transparencia, algo muy necesario para
vivir en una sociedad justa.
La Fundación Civio es uno de los principales actores
en esta tendencia en España. Suyas son herramientas como El BOE nuestro de
cada día, Quién manda o El indultómetro, en las que se hacen eco de
decisiones políticas que son relevantes aunque pasen desapercibidas para la
mayoría de los medios. Las redes sociales impulsan estas plataformas,
haciéndose eco de sus publicaciones y aportando contenidos.
Otro proyecto, no relacionado con esta fundación, ha
llegado a internet para hacer un mapa del despilfarro de dinero público a
lo largo y ancho de nuestro país. Si creían que con la crisis se terminó el
malgasto, estábamos equivocados.
Ejemplos grandes y pequeños por todo el país
Hubo una época en la que el despilfarro no se
consideraba tal y se practicaba con entusiasmo en toda nuestra geografía. Cada comunidad tiene hoy un ostentoso recuerdo de esos años dorados. El Fórum de Barcelona, el
Aeropuerto de Huesca, la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, o la
Caja Mágica de Madrid son solo algunos de los más grandes ejemplos.
Pero junto a esas obras faraónicas hoy infrautilizadas
que sirven como vergonzoso recuerdo de lo que fue una época desenfrenada,
existen otras menos conocidas, repartidas por todos los barrios y pueblos de
España, que en ocasiones no supusieron millonadas en presupuesto (en otras
ocasiones sí) pero igualmente requirieron de una inversión pública que el
público no está aprovechando.
Aquí van varios casos: un teatro-auditorio en Ciudad Real cuyas obras llevan paradas más de tres años, después
de que su presupuesto se doblase (de 10 a 20 millones) de 2006 a 2007; en la
localidad madrileña de Navalcarnero se puede ver el esqueleto de hormigón del polideportivo La Estación que ha costado 10,5 millones de euros y cuya construcción
está detenida y abandonada; cerca de allí, el Centro de Creación de las Artes
de Alcorcón, que incluía un teatro, un auditorio y un circo (lo
suficientemente robusto como para colgar elefantes de sus techos), ya ha
costado 120 millones y acumula otros 600 de deuda.
Miles de ojos ven más que dos
Son ejemplos publicados por los internautas (y por
tanto sus datos deben ser manejados con cautela) en un proyecto colectivo
bautizado como DespilfarroPublico.com que va precisamente de eso, de señalar con el dedo los casos de malgasto
de los recursos públicos, tanto los más grandes y emblemáticos como los menos
conocidos que afectan a localidades más pequeñas.
Incluyen también decisiones políticas no relacionadas
con las infraestructuras: 2,7 millones de euros en el alquiler de coches oficiales, entradas a eventos deportivos con cargo al presupuesto del Ministerio de Exteriores, gastos en armamento y equipación policial. Que nada pase desapercibido es más fácil cuanta más gente participe.
Hasta el momento, aseguran que los casos recogidos suman 10 mil millones de
euros.
Aunque cualquier despilfarro tiene hueco en esta
iniciativa, sus creadores prefieren centrarse en los casos correspondientes a
administraciones locales o autonómicas que han pasado más desapercibidos para
los medios de comunicación, aquellos que de momento han quedado más impunes ante
la opinión pública.
Si los casos anteriormente mencionados no son
suficientes para causar indignación, aquí van unos cuantos más, publicados por
esta plataforma: la regasificadora de El Musel, en Asturias, cerrada por orden judicial al no
respetar la distancia que debe haber entre una planta industrial y un núcleo de
población y que costó 370 millones construir; el edificio bautizado como el Bosque de Acero, en Cuenca, inaugurado en 2009 y que no se está utilizando
porque no se le ha encontrado uso (costó casi 8 millones de euros); el aulario de la Universidad de Málaga, que costó casi 850.000 euros y que fue terminado de
construir hace un año pero que sigue vacío hasta que se resuelvan algunos
problemas relacionados con la seguridad, ya que está ubicado junto a una torre
de alta tensión.
El Bosque de Acero, en Cuenca. Un trabajo para la universidad
Además de una vocación de servicio para la sociedad,
los autores del proyecto tienen otra intención: sacar un 10. Y es que
DespilfarroPublico.com es un proyecto puesto en marcha por cuatro estudiantes
de la Universidad de Málaga para una asignatura de la carrera de Publicidad y
Relaciones Públicas.
En nuestro pueblo, Alhaurín de la Torre, en pocos años
se multiplicó el número de rotondas, y las carreteras se arreglaban y mejoraban
aunque no hiciese falta. Además, se está construyendo un complejo deportivo
desproporcionado, la Ciudad Deportiva de San Joaquín. Se nos ocurrió que si
esto ocurría aquí, seguro que existían casos en todas partes. El trabajo era de
temática libre, y la idea de registrar el despilfarro surgió de la experiencia
en primera persona. “En nuestro pueblo, Alhaurín de la Torre, en pocos años se
multiplicó el número de rotondas, y las carreteras se arreglaban y mejoraban
aunque no hiciese falta. Además, se está construyendo un complejo deportivo
desproporcionado, la Ciudad Deportiva de San Joaquín. Se nos ocurrió que si esto ocurría aquí, seguro que
existían casos en todas partes”, cuenta Antonio García, uno de los estudiantes
responsables de la plataforma.
Tras un rastreo por internet y comprobar que no
existía nada parecido, pusieron en marcha la página web. De esto hace un mes, y
el crecimiento ha sido constante: han publicado más de 50 entradas de casos de
despilfarro que les van enviando los internautas. “Publicamos un par al día, y
tenemos una lista de posts para publicar que es impresionante”, asegura García.
Cada día les llegan decenas.
"Muchas veces los ayuntamientos responden"
Su audiencia está sobre todo en las redes sociales. En
su mes de vida ya superan los 3.000 seguidores en Twitter, y cada tuit con un
nuevo caso hace surgir el debate, muchas veces entre las mismas partes
implicadas. “Muchas veces las cuentas oficiales de los ayuntamientos a los que
hacemos mención piden explicaciones a los ciudadanos, les preguntan por qué
consideran que uno u otro ejemplo son un despilfarro".
A veces, cuenta García, la discusión sube de tono,
"especialmente cuando hay partidos políticos de por medio". Comenta
que hay mucha indignación porque la gente siente que las inversiones públicas
que se hacen con su dinero no están revirtiendo en su beneficio. La sombra de
la corrupción urbanística planea sobre muchos de los casos recogidos por la
plataforma.
Para aportar a este proyecto, basta con rellenar un
formulario de la web aportando los detalles del despilfarro en cuestión:
presupuesto, estado de la obra, localización e institución y político
responsable, y si es posible, una fotografía. Todo con la intención de que
ningún caso quede impune, aunque solo sea ante la opinión pública. Sobre la
reinversión del dinero, mejor seguir esperando...
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