viernes, 6 de junio de 2014

CARÁCTER, SALUD: LO QUE UN APRETÓN DE MANOS REVELA DE TI



Hay detalles en la manera en la que ejecutamos este saludo indican con precisión nuestra edad real y alerta de posibles enfermedades
A una persona con experiencia y curiosidad, un apretón de manos, ese gesto que realizamos 15.000 veces a lo largo de nuestra vida, le puede decir todo lo que necesita saber para formarse una primera impresión: su grado de confianza en sí mismo, su poder o su agresividad. Pero hay más. Según investigaciones recientes publicadas en la revista Plos One, de la ONG estadounidense PLOS (siglas de Public Library of Science), la manera en que se da un apretón de manos es un buen indicador de la edad biológica y del nivel educativo de una persona.
La investigación –basada en los resultados de medio centenar de casos llevados a cabo en todo el mundo con personas de edades diferentes– concluye que, sumada a otros marcadores biológicos –el declive mental, la presión arterial, la fuerza en las piernas, el estado de las arterias y la capacidad de recuperación luego de un internamiento hospitalario–, la fuerza del apretón de manos podría ser una de las formas más eficaces de medir la edad real de las personas.
“El apretón de manos es fácilmente medible y hallamos una gran cantidad de datos con esta prueba en la mayoría de las investigaciones importantes sobre el envejecimiento en el mundo", precisa uno de los autores del estudio, Warren Sanderson, investigador del IIASA (International Institute for Applied System Analysis), con sede en Viena, y de la Universidad de Stony Brook, cerca de Nueva York.
“La prueba de vigor del apretón de manos mostró, entre otras cosas, que las personas con un nivel de formación superior envejecen más despacio que las que dejaron los estudios antes de terminar el bachillerato”, precisa Serguei Scherbov, director de las investigaciones demográficas en el IIASA y principal autor del estudio, quien opina que el test de fuerza del apretón de manos debería ser parte de los exámenes médicos para evaluar el estado de salud de los pacientes, ya que, según parece, entre los más jóvenes el apretón de manos puede ayudar a predecir algunos riesgos de mortalidad.
Un estudio llevado a cabo en Suecia a lo largo de 25 años, con 1,14 millones de adolescentes nacidos entre 1951 y 1976, indica que quienes tienen un apretón de manos más débil que el promedio tienen mayores riesgos de mortalidad.
Dame la mano y te diré cómo eres
Aunque los estudios sobre el apretón de manos no dejan de descubrir nuevos elementos, hace ya tiempo que la psicología ha puesto a nuestra disposición una suerte de interpretación de los apretones de manos más comunes y de lo que estos nos revelan de la persona que nos da la mano. Así, han surgido los siguientes cinco modelos.
El pez frío: Este apretón, frágil y blando, da la impresión de que se trata de una persona de carácter pasivo y débil. Es uno de los más desagradables, especialmente si la mano que nos ofrecen está fría.
El quebrantador de nudillos: Suelen practicarlo las personas que quieren dar la impresión de duras y de que dominan completamente la situación.
El guante: Se llama así cuando nuestra mano queda entre las dos manos de la otra persona. Suele darlo el que inicia la conversación para dar a entender lo amable, afectivo y sincero que es. Sin embargo, a menudo surte en nosotros el efecto contrario y hace que desconfiemos.
El brazo rígido: Cuando alguien nos ofrece su mano manteniendo el brazo rígido. En este caso, podemos estar bastante seguros de que se trata de un tipo agresivo que intenta controlarnos.
El apretón del dedo: Se llama así cuando la otra persona no nos da realmente la mano, sino que se limita a dejar sus dedos (incluyendo el pulgar) fláccidamente en nuestra mano. Ello delata a una persona con muy poca confianza en sí misma.
Dame la mano
La ciencia que estudia todo lo relativo al tacto se llama háptica, término que proviene del griego háptō, “tocar”, e incluye el estudio del saludo mediante un apretón de manos, que no es un invento de la sociedad moderna, ni exclusivo de Occidente, sino uno de los gestos de socialización más antiguos de la Humanidad. Su origen se remonta a más de 5000 años, como atestiguan los jeroglíficos egipcios que representan pactos y arreglos entre hombres y deidades que, solemnemente, aprietan sus manos en señal de acuerdo.
Aunque el apretón de manos ya pertenecía hacía mucho tiempo a la “coreografía social”, hacia el año 1800 a.C. se produjo en Babilonia uno de los antecedentes históricos más importantes de este saludo, ya que con ocasión de la festividad de Año Nuevo, el monarca debía realizar un acto de sumisión al dios babilonio Marduk, que consistía en dirigirse a su estatua y estrechar su mano en señal de respeto. Este acto, que inicialmente simbolizaba un traspaso de poder, se modificó tras la guerra en la que los asirios invadieron Babilonia, ya que para evitar que el pueblo conquistado se rebelara, también los reyes asirios empezaron a estrechar la mano de Marduk y adoptaron la tradición, llevándola luego como propia a todo Medio Oriente.
En Grecia y en Roma la gente también solía saludarse estrechándose las manos, aunque lo hacían agarrando la muñeca de la otra persona y apretando fuerte. Esta forma, muy conocida gracias al cine de género, se remonta a la antigua Grecia, donde al cruzarse dos aldeanos o viajeros de pueblos y lenguas diferentes, lo primero que hacían era extraer sus dagas y ver cómo reaccionaba la otra persona. Si mostraban signos de no querer pelear, procedían a enfundar la daga y agarraban fuertemente la muñeca derecha del contrincante y empezaban a dialogar tranquilamente.

“BUENA PARTE DE LA GENTE NO SABE HOY DÓNDE ESTÁ Y CREE LO QUE SE LE DICE"



“Lo más grave del desconocimiento de la Historia es, sin duda, el efecto de desorientación radical que produce”, ha apuntado la profesora Carmen Sanz, catedrática de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de número de la Real Academia de la Historia, durante su intervención en la conferencia Las causas de la Guerra de Sucesión o el valor de una Historia crítica, organizada por la Fundación de Ciencias de la Salud y las Reales Academias Nacionales de Medicina y Farmacia, bajo el patrocinio de GSK. “Una buena parte de los seres humanos de nuestro tiempo no saben donde están y, por lo tanto, pueden creer que están donde se les diga”, añade.
“La inevitable consecuencia de todo esto es la inmensa capacidad de manipulación y de utilización de esas personas”, señala la experta. “Sin reflexión ni capacidad crítica las personas suelen tratarse de manera irrespetuosa y aceptan la contradicción de los valores con indiferencia”. Este proceso de erradicación de la Historia “nos conduce a un primitivismo radical en el que los hombres se encuentran desamparados y solos porque no les acompaña el pasado del que son herederos y que les hace saber quiénes son en realidad”. Filósofos no coetáneos afirman que “la erradicación de las humanidades en el proceso de aprendizaje del ser humano genera despersonalización, cosificación y reduccionismo de las personas”.
El Gobierno catalán ha decidido presentar la Guerra de Sucesión como el simbólico hito celebrativo que inaugura el inicio de la explotación de Cataluña por España durante 300 años. Para demostrar algunas de estas afirmaciones, la profesora Sanz ha puesto el foco en la Guerra de Sucesión Española, una cuestión que ha saltado a los medios de comunicación generalistas con dos caras muy distintas. Por un lado, “el Gobierno catalán ha decidido presentar este conflicto como el simbólico hito celebrativo que inaugura el inicio de la explotación de Cataluña por España durante 300 años, donde destaca el esfuerzo económico y narrativo que se ha hecho para dotar de contenido supuestamente histórico el mensaje político que se quería transmitir. Por otra parte, se han organizado una serie de actos científico-divulgativos que se han ocupado de analizar las consecuencias de aquel conflicto, aunque con menor repercusión mediática”, concluye.
Conflicto sucesorio e internacional, no civil
Para el profesor Javier Puerto, patrono de la Fundación de Ciencias de la Salud y moderador del acto, este enfrentamiento “tuvo carácter sucesorio e internacional, siendo totalmente ajeno a unos intereses españoles que quedaron gravemente dañados, aunque hay quienes intentan presentarlo como un conflicto civil para incrementar así el número de contiendas fratricidas que atesora nuestro país”, señala. “Fue precisamente aquí donde se produjo la pérdida de todas las posesiones que tenía España en Europa –entre ellas Gibraltar- a manos de las principales potencias continentales, cuyas ambiciones habían desencadenado el conflicto”, añade.
Sin embargo, la llegada de la dinastía Borbón tras la muerte de Carlos II –el último monarca Habsburgo- también “trajo consigo importantes mejorías en los ámbitos económico, institucional e intelectual”, afirma el profesor Puerto. “España inició una época muy fructífera de reformas internas con la promulgación de los Decretos de Nueva Planta -que recortaron los fueros de los reinos de Aragón y de Castilla-, la conformación de una organización interna más centralista y justa, el arranque de la Ilustración española y su contribución a la mejora de las condiciones de vida en el país y sus provincias o virreinatos ultramarinos, la implementación del primer plan de desarrollo basado en la ciencia o la creación de nuevas instituciones de enseñanza”, concluye.

10 LECCIONES QUE APRENDES CUANDO ERES UN TRABAJADOR CUALIFICADO Y TE QUEDAS EN PARO



La crisis y el aumento de los niveles de desempleo han dado lugar a un gran número de historias. Cada sector económico, cada clase social y cada individuo tienen su propia narrativa que contar sobre lo ocurrido. De entre todas ellas, la destrucción de empleo de los últimos años ha afectado de manera más sensible que en otras épocas al profesional liberal, que ha visto cómo la expulsión de su empresa no sólo le obligaba a empezar de nuevo, sino que directamente, podía llegar a poner punto y final a su carrera.
El caso del periodista Joseph Williams, que ha relatado en un artículo publicado en The Atlantic y financiado por el Economic Hardship Reporting Project lo que vivió tras perder su trabajo resulta particularmente revelador. En su historia confluyen algunas de las circunstancias y problemas que con mayor frecuencia tienen que afrontar aquellos empleados cualificados que ya superan la barrera de los cuarenta años (una edad avanzada para muchos empleadores) y, de buenas a primeras, se ven en la calle.
1. Un paso en falso puede acabar con tu carrera
Aunque muchos trabajadores sientan en sus cogotes el aliento amenazador de un hipotético despido o ERE, en ocasiones se infravalora la posibilidad de que un desliz tonto dé con sus huesos en la calle. Es lo que le ocurrió a Williams, importante colaborador de la revista Politico y del canal de noticias MSNBC.
“Mitt Romney se encuentra muy cómodo con la gente que es como él. Esa es unas de las razones por las que parece tan estirado y torpe en marcos municipales. Pero cuando va a Fox and Friends, son como él. Gente blanca que se relaja en su compañía”.
Estas tres frases acabaron con la carrera periodística del afroamericano Williams, que comenzó a recibir acusaciones de racismo en las redes sociales, algo que puso su cabeza en la picota. “En menos de dos semanas, me quedé sin trabajo”.
2. Lo personal afecta a lo profesional
No terminaron ahí las malas noticias para Williams. Cinco meses antes de la polémica generada por su comentario, el periodista había comenzado su proceso de divorcio, en el cual se había declarado culpable de agresión de segundo grado, aunque finalmente el incidente fue borrado de su historial. Ello no impidió que Fishbowl DC publicase un artículo que aireaba los papeles del divorcio, lo que provocó que algunos de los medios que en principio iban a contar con él se echasen definitivamente atrás.
3. Es difícil vivir de freelance
El periodista comprobó pronto lo difícil que resulta vivir de encargos, por mucho nombre que se tenga y por mucho que se esté dispuesto a aceptar cualquier trabajo, ya sean colaboraciones con diferentes medios, en una funeraria o podando el césped. Este errático capítulo puso de manifiesto una verdad que muchos parecen obviar: que, si quieres vivir a base de pequeños empleos, más te vale tener buenos contactos o trabajar 24 horas al día para conseguir ganar lo suficiente para sobrevivir.
4. Aceptas cualquier trabajo
Si has sido expulsado del ámbito en el que te movías, no puedes sobrevivir a base de encargos y, aun así, tienes que pagar las facturas, sólo te queda una opción: decir que sí a lo primero que te encuentres. En su caso, fue el trabajo en una tienda de deportes a la que Williams se refiere con el nombre ficticio de “Sporting Goods, Inc.” La llamada de un encargado para confirmarle que estaba contratado fue la mejor noticia que recibió en mucho tiempo, pero su pesadilla acababa de empezar.
5. ¿Tienes estudios? Puedes ser problemático
Fue complicado para Williams conseguir trabajo de dependiente. Pronto se dio cuenta de lo que fallaba: estaba demasiado preparado, tenía demasiada experiencia y demasiados estudios para un trabajo así. En otras palabras, mantener en tu plantilla a alguien que cobra menos de lo que correspondería a su nivel de preparación y educación es un problema, puesto que son más difíciles de manejar, o al menos así lo piensan los encargados de RRHH. Además, el periodista se dio cuenta de que los procesos de selección son cada vez más impersonales, una manera de evitar las demandas por discriminación racial o sexual.
6. Renuncias a tus principios
La célebre sentencia de Groucho Marx “estos son mis principios y si no les gustan tengo otros” resulta recurrente en situaciones desesperadas. Williams encontró una sencilla solución para sus problemas: eliminar de su currículo todo aquello que no correspondía con los trabajos de baja cualificación que buscaba e inventarse un pasado como deportista. Si decir la verdad te pone en desventaja, quizá sea mejor maquillarla un poco. Tu futuro está en juego.
7. Haces horas extras (no remuneradas)
Aunque la jornada laboral de Williams terminaba a las nueve, nadie salía por la puerta del establecimiento a dicha hora. Por el contrario, se veían obligados a fregar el suelo, cambiar el papel higiénico y limpiar a diario el cristal de la puerta, tareas que en teoría no formaban parte de las funciones que le asignaron al ser contratado. En la mayor parte de ocasiones, estas tareas que podían llegar a ocupar 45 minutos se realizaban fuera del horario de trabajo y resultaban particularmente fatigosas. ¿La recompensa? Un par de calcetines valorados en 18 euros.
Esta queja, no obstante, nos recuerda que en EEUU tienen la piel más fina en lo que concierne al trabajo extra, pues, según los datos del INE, las horas extras de los trabajadores españoles equivalen a más de 70.000 ocupados.
8. Subir el sueldo mínimo no serviría para mucho
Una de las muchas peleas que Barack Obama no ha conseguido ganar es la que se refiere a la subida del sueldo mínimo de los siete a los diez dólares, un incremento que, en teoría, permitiría sacar de la pobreza a muchos trabajadores. Williams, que recibía 10 dólares a la hora, no lo tiene tan claro.
En el momento en que su horario fue recortado a 30 horas semanales, Williams, que debía pasar una pensión de mantenimiento a su mujer, se vio en serios apuros económicos. Como le recordó su mejor amigo, llegó un punto en el que “estaba ganando lo suficiente para pagarme el transporte al trabajo”.
9. Vivimos en la era de George Orwell
Williams encontró particularmente llamativa (y molesta) la estrecha vigilancia que la empresa ejercía sobre sus empleados y que, por supuesto, era unidireccional. El primer día que se tomó diez minutos de más en su hora de comer, recibió una cariñosa palmadita en la espalda por parte de su encargado; los tres minutos de retraso con que llegó al siguiente día le hicieron merecedor de una fuerte reprimenda.
La cadena se encontraba obsesionada por los posibles robos que pudiesen producirse en la tienda, algo que se reflejaba en la media docena de cámaras repartidas por el establecimiento que observaban a sus clientes, pero también a los trabajadores. Es el caso de un compañero de Williams, eficiente y experimentado dependiente que terminó de la noche a la mañana en la calle, justo cuando iba a ser ascendido. Al parecer, ello provocó que la compañía revisase el historial criminal del joven, en el que figuraba un hurto menor que no había sido recogido en su currículo, lo que provocó su salida.
10. La lealtad es un concepto maleable
¿Qué estoy haciendo aquí? Williams no llegó a hacerse dicha pregunta hasta que un cliente, antiguo trabajador del Tesoro estadounidense, le preguntó qué hacía trabajando en dicho establecimiento. Sin embargo, el periodista no podía permitirse abandonar así como así la tienda, y pasó un mes hasta que consiguió encontrar otro empleo como director de comunicación en una ONG de Capitol Hill.
Cuando anunció a su supervisor su intención de abandonar la empresa, este le recriminó no preocuparse “por el trabajo duro o la lealtad”. ¿A 10 dólares la hora?, se preguntaba Williams. Nada de eso: la explotación laboral, sostiene el analista, ha provocado que el trabajador deje de sentir más lealtad que la que esté dispuesto a fingir por un puñado de billetes.

10 HABILIDADES QUE DEBES TENER PARA FUNCIONAR HOY EN EL TRABAJO




La flexibilidad y temporalidad que caracterizan hoy en día al mercado laboral, con serias dificultades ya no sólo para crear empleo, sino para conservar el existente, obliga a los trabajadores a reciclarse y aportar un valor añadido para conservar su puesto. Ante un ERE o una reducción de plantilla, las empresas deben elegir a quien despedir y a quien no, y lo hacen no sólo en función de los conocimientos y habilidades del empleado, sino también en base a otra serie de competencias más transversales, como es su capacidad comunicativa, de liderazgo, su networking o su identificación con la identidad corporativa. Es decir, de las denominadas habilidades “blandas”, que tienen tanto o más peso que las “duras” y son determinantes cuando hay igualdad de competencias con otros trabajadores.
Para desarrollar las habilidades “blandas” y ganar puntos para mantenerse en un puesto de trabajo, la directora adjunta de Aol Jobs Mariya Pylayev ofrece una serie de consejos que podrían resumirse, a modo de decálogo, en estas claves.
1. Aprende a aceptar las críticas
La mejor forma de evitar las críticas es escucharlas, reflexionar sobre ellas e introducir los cambios necesarios para que no se vuelvan a repetir. El día a día laboral debe ser un aprendizaje continuo, por lo que es normal cometer errores, e incluso positivo si estos nos ayudan a evolucionar y a aprender. En ocasiones puede ser que no compartamos el reproche de un superior, pero con razón o sin ella, no queda más remedio que resignarnos y mostrarnos proactivos, aplicando la máxima de que ‘el jefe siempre tiene la razón’.
La peor actitud en estos casos, apunta la experta en temas laborales, es ponerse a la defensiva. Por una parte, nos impedirá aprender del error, mientras que por otra se generará una discusión innecesaria, en la mayoría de ocasiones, que aún llevando razón, estamos abocados a perder, pues la última palabra no suele ser la del trabajador.
2. Flexibilidad y adaptación
Hay que mostrarse siempre proactivos y resolutivos para no cargar a los superiores de más trabajoLos nuevos parámetros del mercado laboral y la velocidad con la que se están introduciendo cambios, desde los tecnológicos hasta los legislativos, nos obligan a estar siempre actualizados, atentos a las nuevas demandas y necesidades. El aprendizaje debe ser constante y, en palabras de Pylayev, “debemos estar fijándonos siempre en lo que ocurre en la carretera para cambiar de marcha cuando el momento lo requiera”. Si predomina esta actitud, añade, tendremos la suficiente confianza y capacidad para enfrentarnos a nuevos retos que en un principio nos parecían imposibles”. Querer es poder.
3. Capacidad resolutiva
Lo último que espera un jefe de sus trabajadores es que creen problemas. Si surge alguno, lo más recomendable es presentarlo con una batería de propuestas para solucionarlo. Hay que mostrarse siempre proactivos y resolutivos para no cargar a los superiores de más trabajo, que es lo que se espera y se valora de un buen empleado.
4. Motivación y confianza
Para avanzar y alcanzar los objetivos laborales es imprescindible contar con una buena dosis de confianza en nosotros mismos. Si nosotros no creemos en lo que hacemos, en nuestras capacidades, difícilmente lo van a hacer los demás. El primer paso para alcanzar las metas es visualizarlas, mentalizarnos de que somos capaces de llegar a ellas y esforzarnos día a día.
5. No perder de vista los valores éticos
La selva en la que se han convertido algunos centros de trabajo está haciendo que se descuiden los principios morales más básicos. La ultracompetitividad se está imponiendo por encima de la colaboración, lo que puede llevarnos a descuidar los valores éticos. En muchas ocasiones, este ambiente hace que los trabajadores se olviden de que trabajan para una misma empresa, de que tienen unos objetivos comunes y de que son compañeros, en lugar de enemigos. Esta transformación está haciendo que, cada vez más, los responsables de recursos humanos se fijen y valoren los principios morales de los candidatos a la hora de contratarlos, según asegura la directora adjunta de Aol Jobs.
6. Saber trabajar bajo presión
Como afirmaba el escritor Robert Louis Stevenson, “la vida no es una cuestión de tener buenas cartas, sino de saber jugar bien una mala mano”. Muchas veces nos vemos obligados a trabajar con el tiempo en contra y otras trabas que dificultan nuestra labor. Por eso, acostumbrase a manejar la presión, controlando las situaciones de estrés y manteniendo la calma, nos ayudará a salir delante de la mejor forma posible y ganar puntos en nuestra carrera profesional. Lograr cumplir los plazos asignados es hoy en día una de las cuestiones más valoradas por los empleadores.
7. Trabajar en equipo
La ultracompetitividad se está imponiendo por encima de la colaboración, lo que puede llevarnos a descuidar los valores éticosLa colaboración y la coordinación con el resto de compañeros son requisitos cada vez más importantes cuando desempeñamos tareas en grupo. La complejidad de muchos trabajos obliga a realizarlos en equipo, para lo que es necesario saber asumir responsabilidades, cumplir lo mejor posible con las exigencias y tener ciertas dotes de liderazgo. Para la responsable de Aol Jobs, el trabajo en equipo es como una orquesta: un solo músico puede arruinar el trabajo del resto de compañeros, por lo que hay que prestar atención y dar todo de sí para que salga bien”.
8. Planificación
La gestión del tiempo es imprescindible para cumplir con las tareas, al menos con las más importantes, sabiendo discernir entre lo accesorio y lo urgente o prioritario. Para ello, es necesario contar con una buena capacidad de planificación, disciplina, constancia y conciencia de hasta dónde pueden llegar nuestras capacidades para no cargarnos con demasiadas tareas que luego se queden en el tintero.
9. Habilidades comunicativas
El poder del lenguaje suele subestimarse en los centros de trabajo, pero la habilidad de relacionarse y mantener una comunicación fluida tanto transversal como de abajo hacia arriba es esencial para el correcto desempeño en un puesto de trabajo. Para la directora adjunta de Aol Jobs este es otro de los activos que más se están perdiendo entre los trabajadores, sobre todo entre los jóvenes, por lo que cada vez se valoran más.
10. Positivismo
El optimismo es una actitud que facilita el trabajo, ya no sólo de uno, sino del resto de compañeros. Mirar el vaso medio lleno, en lugar de medio vacío, no sólo hace que el trabajo sea más agradable, sino también menos estresante e incluso relajado. Además, diversos estudios han demostrado que mantener una actitud positiva aumenta la productividad al generar un buen ambiente de trabajo.