domingo, 7 de diciembre de 2014

¿TE PREOCUPAS O TE OCUPAS?



¿Te preocupas por lo que pasará en el futuro o te ocupas de planificar lo que quieres para ti en el futuro y cómo conseguirlo?
¿Te preocupas por la incertidumbre o te ocupas de lo que está en tu mano hacer, lo que sí conoces, lo que sí puedes "prever" dentro de la incertidumbre? ¿O te ocupas de aprender a bailar con el cambio? Como nos explica Cristina Llagostera, aprender a tolerar la incertidumbre.
 Nadie sabe qué pasará mañana. El prefijo pre-. significa anterioridad local o temporal, y aplicado a nuestro caso, nos lleva a ocuparnos antes de tiempo en cuestiones que luego pueden o no darse. Nos llevan a vivir antes de tiempo o en otro sitio lo que está o no por venir.
Por este motivo, y desde el sentido de fluir del que ya hemos hablado, que nos permite disfrutar del aquí y ahora de cada día de nuestra vida, se trata de ocuparnos de lo que toca en cada momento. Ocuparse de parar y marcarse objetivos para después plantear cómo dirigirse a ellos, actuar de forma proactiva hacia el futuro deseado, marcando qué queremos que pase y poner los medios para que ocurra, en lugar de perdernos en elucubraciones y desesperarnos por una opción única que nos hemos hecho en la cabeza sin ver otras muchas opciones posibles que pueden darse.
Cuando nos preocupamos, ponemos nuestro foco en aquello que nos perturba y mental y emocionalmente adquiere más importancia cuanto más pensamos en ello. Y,  al final, lo que queremos evitar, se va haciendo más grande.
Que nos lleguen alertas sobre futuras situaciones es muy beneficioso porque, en muchos casos, nos ayudará a evitar posteriores problemas e incluso,  sobrevivir. La capacidad de prever del ser humano no sólo es muy útil sino necesaria y se puede aprender. Sin embargo, si estas alertas las tomamos como preocupaciones nos pueden limitar y bloquear más que favorecer.  La preocupación nos puede llevar a un estado de tensión y estrés, de negatividad y de ansiedad que puede que nos desborde.
¿Y qué podemos hacer para dejar de preocuparnos y ocuparnos en lo que sea necesario? Por ejemplo, hacer un mapa mental con diversas alternativas sobre lo que puede ocurrir, planteando diferentes escenarios. Así comenzamos a ocuparnos en el problema, empezamos a anticiparnos y a poner los medios para evitar aquello que no deseamos. O al menos, a diseñar estrategias para, dado el caso, que suceda lo que no queremos, preparar la forma de actuar más sana para nosotros y nuestro entorno.
Ahora bien, nos puede costar mucho ponernos frente a la situación que nos preocupa desde diferentes puntos de vista y plantear alternativas distintas a la que está permanentemente ofuscando nuestro pensamiento. De hecho, con obtener sólo una alternativa bajará la intensidad de la ansiedad que nos genera. "Ya no es lo que estamos pensando que va a pasar sí o sí".
Con el fin de utilizar alternativas diferentes, podemos utilizar la técnica de los "6 sombreros para pensar" de Edward de Bono, y podemos utilizarla de forma grupal (que es como se definió) si queremos compartir la problemática con un grupo y también de forma individual. Nosotros mismos podemos tratar de ponernos en la posición a la que hace referencia cada sombrero y generar desde ahí una alternativa a nuestra situación inicial.
Otra herramienta ¿Y sí...? nos sirve para abrir opciones, aunque puede darnos un doble juego del que hemos de ser conscientes. Podemos utilizarla en nuestra contra, poniendo todos los "y si" alineados a nuestro problema, o poniendo el "y si" para darnos nuevas perspectivas y crear supuestos diferentes que nos permitan ampliar el abanico de posibilidades a desarrollar o a prever.
Por ejemplo, nos dice nuestro jefe que quiere hablar con nosotros en el despacho.
·         Opción 1 habitual: ¿Y si me va a echar la bronca por algo?
·         Opción 2 alternativa: ¿Y si me quiere proponer un nuevo reto?
¿Qué está en mi mano? Hay aspectos que no dependen de nosotros: llueve, viene un cliente gritando, se rompe la impresora justo en el momento más oportuno... Lo que hagamos al respecto sí que depende de nosotros. Cómo nos lo tomemos, la importancia que le demos, la gestión emocional que hagamos va a ser clave para afrontar las distintas situaciones que el futuro nos traiga.
Para disfrutar del presente os invito a vivirlo, y si estamos pensando en mañana, nos estamos perdiendo hoy. Ocupémonos de lo que podemos hacer hoy, que mañana ya llegará. 
¿Quieres ocuparte más que preocuparte?
Hoy quiero compartir algunas claves que nos pueden ayudar también para bajar nuestra preocupación y llevarnos a ocuparnos, son:
La objetividad. Basarnos en los hechos. Por ejemplo, nuestra empresa ha presentado un nuevo proyecto a concurso. La preocupación sobre nos lo darán, no nos lo darán, y si nos lo dan cómo lo vamos a asumir... genera incertidumbre.  La objetividad nos puede ayudar a poner en su sitio temporal lo que ha de ocurrir: "El mes próximo anuncian quién ha ganado el concurso al proyecto para el que presentamos nuestra propuesta."
La realidad. Qué es y qué no es en este momento. Siguiendo el ejemplo anterior. "En este momento el equipo está trabajando a tiempo completo y con una alta productividad en el proyecto que se desarrolla actualmente. No sabemos a día de hoy si ganaremos el concurso."
Además, desde la psicología, nos hablan de que existen pensamientos distorsionados, que no se ajustan a la realidad actual, basadas en filtros de nuestra historia, de nuestras experiencias, y que nos hacen temer sucesos, a veces, sin peligro real y  que favorecen que la preocupación se instale en nuestra mente. Lucien Auger en su libro "Ayudarse a sí mismo: una psicoterapia mediante la razón" nos invita a confrontar estos pensamientos con la realidad y valorar cómo nos comportamos para poder liberarnos de las ideas irracionales que podemos tener.
La planificación. Qué quiero, qué voy a hacer, cómo lo voy a hacer. Cuando nos marcamos objetivos sobre lo que quiero conseguir en esta situación, y determinamos opciones sobre cómo hacerlo, estamos ocupándonos y tomando las riendas de nuestro destino. Se trata de determinar pasos concretos a realizar, y marcarnos un plan de acción. 
La intuición. ¿Qué nos dice nuestro cuerpo? ¿Qué sensaciones tenemos? Nuestro inconsciente tiene y capta mucha más información de la que nosotros podemos manejar. Por ello, contar con aquello que nos surge de forma intuitiva nos puede ser de mucha utilidad para plantear alternativas. Sin embargo, nos será más fácil si planteamos la situación como si le pasase a otro, porque así podemos salir de nuestra propia emoción respecto al tema que nos preocupa. Os dejo algunos hábitos que realizan las personas más intuitivas. Además, los grandes deportistas hablan de una parte de su creatividad y su genialidad que surge de su intuición.
El lenguaje. Cuida lo que te dices y cómo te lo dices, no sea que se haga realidad. Desde la ontología del lenguaje se habla de la potencia que tiene lo que verbalizamos, como nos lo cuenta Rafael Echevarría.
La confianza. Va a salir bien. Visualizar lo que queremos que ocurra y verbalizarlo nos pone en una posición en la que será más fácil conseguirlo, ¡si de verdad creemos en ello! Y si no ocurriese, ¿qué es lo peor que podría pasar?
La paciencia. Como decíamos en nuestro ejemplo, hasta el mes que viene no sabremos el resultado sobre el proyecto que presentamos. Entonces, ¿podemos prever opciones? lo hacemos y nos ocupamos un tiempo en valorarlas. ¿Hasta que no tengamos el resultado podemos hacer algo más? No. Sólo esperar a lo que no depende de nosotros. Dejar tiempo al tiempo. Las prisas no son buenas.
Y por último, centrarnos en lo que sí podemos hacer hoy. Seguramente tengamos más claros los "peros" de lo que pueda ocurrir y tendremos muchas más alternativas de lo que consideramos "malas opciones". Por eso os invito a respirar hondo, dar un paseo, saborear algo muy rico, llevándonos al presente, y entonces, preguntarnos sobre lo que SI podemos hacer.
Raquel Bonsfills

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