Pedir más dinero, tener que terminar un proyecto rápidamente o explicar a
nuestros jefes un problema que ha surgido son situaciones laborales que pueden
ponernos de los nervios.
El trabajo es uno de los focos de estrés más habituales, entre otras cosas porque
no contamos con las herramientas necesarias para lidiar y combatir las
vicisitudes que se crean durante la jornada laboral. Como explica el
coach Javier González, CEO de Magna Coaching, pedir un aumento de
sueldo, cambios de última hora en la ejecución de un proyecto, explicar a un
superior o cliente que el trabajo no estará disponible en el plazo
previsto…Todas ellas son situaciones incómodas que tienen como
denominador común que se dan en nuestro lugar de trabajo. ¿Cómo podemos
enfrentarnos a todas ellas y salir indemnes sin sufrir un pico de estrés?
Estas son las soluciones que propone González:
1. Relativizar. Al estar dentro de una coyuntura de estrés perdemos
las referencias objetivas y llegamos a creer que todo es más grave y más grande
de lo que realmente es. Para un momento y trata de elaborar un relato objetivo
sobre lo que está ocurriendo. De esta forma lograrás darte cuenta de que en
ocasiones el estrés distorsiona la percepción sobre lo que está ocurriendo.
2. Trata de fijar objetivos reales y no imposibles. La adecuación de objetivos
consecuentes con las condiciones en las que trabajamos ayuda a que nuestro
nivel de auto exigencia sea menos dañino y, por tanto, nos ayudará a evitar
situaciones de estrés negativo e innecesario.
Es normal que, conforme se aproxima la fecha límite
para hacer entrega de un trabajo, nuestro rendimiento se vea mermado
3. Cuando las situaciones de estrés impliquen a terceros ya sean superiores
jerárquicos, compañeros o clientes la comunicación es el mejor vehículo
para solventarlas. Sé claro, confía en tu valía como trabajador y, sobre todo,
aporta potenciales soluciones para resolver el conflicto. Con independencia del
resultado final saldrás reforzado por el hecho de haber afrontado la crisis y
porque los demás percibirán que has actuado de forma diligente.
4. Es común que, conforme se aproxima la fecha límite para hacer entrega de
un trabajo o se celebre una reunión, nuestro rendimiento se vea mermado y eso
cause estrés, lo que a su vez repercute en el rendimiento. Para poder
romper esta nociva dinámica has de cambiar el foco de tu atención. La
actividad la eliges tú, desde hablar por teléfono a salir a dar un paseo corto,
esos minutos de esparcimiento pueden suponer la válvula de escape perfecta para
recuperar la productividad.
5. Por último, aunque resulten desagradables o provoquen temor, las
situaciones incómodas –en cualquier ámbito de nuestra vida– nos obligan a
salir de nuestra zona de confort y a buscar recursos para afrontarlas. Deja de
observarlas como una oportunidad para el fracaso, sino como una oportunidad
para el crecimiento personal, porque estas situaciones se convierten en una
lección de vida.
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