La peor
epidemia de hoy día: la razón por la que vivimos constantemente cansados
Si nos plantamos en cualquiera de las grandes
capitales mundiales (o españolas) a primera hora de la mañana (o a última de la
noche), y por una vez dedicamos más de cinco segundos a observar a los que nos
rodean, nos daremos cuenta de que la estampa se parece más de lo que
sospechamos a The Walking Dead. Y no únicamente porque la atención de
todos los zombis modernos esté centrada en las pantallas de sus aparatos de
última generación, sino porque entre bostezos, frotar de ojos y estirones,
parece que la población se encuentra constantemente cansada.
¿Qué está ocurriendo con nosotros? A mediados de los
años ochenta comenzó a denominarse “la gripe del yuppie” a lo que
posteriormente sería conocido como el síndrome de fatiga crónica. A fin
de cuentas, la epidemia comenzó afectando a los jóvenes trabajadores de alto
nivel económico de entre 20 y 40 años (ejecutivos, trabajadores de Wall
Street), permanentemente agotados por el estrés, pero ahora parece afectar en
mayor o menos medida a la mayor parte de la población.
Si bien se trata de una condición médica muy concreta
(su prevalencia no supera el 3%), gran parte de sus síntomas (problemas de
sueño, falta de concentración, cansancio y dolor muscular) son compartidos
por un gran número de ciudadanos del siglo XXI. En muchos casos, dichos
síntomas son sospechosamente parecidos a los que padecen las víctimas de estrés
post traumático que aparece después de un acontecimiento trágico, pero sin
este. ¿De qué manera nos estamos torturando a nosotros mismos?
Dormir poco no es el problema
La mayor parte de personas acusan a la falta de
sueño como el origen de ese cansancio. Entre otras razones, porque muchos
comprueban cómo los fines de semana, cuando se puede pasar más tiempo en la
cama, esa sensación se releja o desaparece. Y, si bien en casos extremos (un
sueño regular inferior a las seis horas) puede ser altamente perjudicial,
existen multitud de factores que acaban poco a poco con nuestra salud y que
básicamente consisten en que, debido a que necesitamos estar constantemente
alerta ante la gran cantidad de estímulos que reclaman nuestra atención, al
final somos incapaces de entender nada de lo que nos rodea.
El problema no es que no durmamos ocho horas, sino que
la calidad del sueño es malaEs el llamado estado de “híperexcitación”.
Según el doctor Bruce Perry, experto en estrés postraumático, hay
diversas características que definen dicho estado: la sobrevigilancia, la
irritabilidad y los ataques de ira, la dificultad a la hora de concentrarse, la
pérdida de la noción del tiempo y la imposibilidad de realizar razonamientos
abstractos. Seguramente, muchos se sentirán identificados con dichos problemas,
que se originan por nuestro estresante modo de vida.
En su libro Tired but Wired: How to Overcome Your
Sleep Problems: the Essential Sleep Toolkit (Souvenir Press), Nerina
Ramlakhan resumía gran parte de esa problemática, que no consiste en que
durmamos poco sino que no gozamos de un sueño reparador. Según dicho
volumen, el problema no es que no alcancemos la recomendable marca de las ocho
horas de sueño, sino que cuando nos acostamos seguimos dándole vueltas a la
cabeza. Como indica la autora, “sentimos miedo de dejar de hacer cosas”.
Nos quedamos atrapados en ese sueño ligero en el que
nos despertamos con frecuencia y, como ha explicado la ciencia en repetidas
ocasiones, es a través del sueño profundo como consolidamos lo que hemos
aprendido, y no durante la fase REM. Por eso, a veces sentimos que nos resulta
más sencillo recordar lo que hicimos hace tres años que el día inmediatamente
anterior, puesto que nuestro cerebro no ha sido capaz de afianzar lo aprendido.
Trucos para descansar de verdad
Hay diversos comportamientos que podemos llevar a cabo
para evitar dichos problemas sin tener que recurrir a la consabida meditación u
otra clase de ejercicios espirituales. A veces, es tan sencillo como evitar
estar pendientes del teléfono móvil durante las últimas previas a meterse
en la cama. En la mayor parte de los casos no ocurrirá nada tan urgente como
para obligarnos a revisar el correo electrónico cada veinte minutos.
Utilizar el móvil o la tablet en la cama es altamente
contraproducente Son incontables los estudios que recuerdan lo poco aconsejable
que resulta utilizar el ordenador inmediatamente antes de dormir. Incluso el
célebre doctor Eduard Estivill ha recordado que “mucha gente utiliza el
teléfono móvil justo antes de dormir o apaga el ordenador justo antes de
acostarse y esas actitudes causan el mal dormir en gran medida”.
La luz emitida por dichos artefactos provoca que el
cuerpo genere la hormona llamada melatonina, producida en teoría como
reacción a la luz solar, que hace que nuestro cuerpo considere que aún es de
día. Es la oscuridad lo que ralentiza la generación de dicha hormona y lo que
produce la somnolencia, por lo que leer una tablet o en un móvil en la cama
impide nuestro correcto descanso.
Cafeína, estrés y multitasking
Al mismo tiempo que nuestros cuerpos son confundidos
por la melatonina, no dejamos de producir adrenalina u hormona del estrés, y de
ahí ese estado de nerviosismo y alerta permanente. Dicho estado, que
aparece en esos momentos de “luchar o huir” (o “flight or flight”, como se
llama en inglés) en los que nuestro instinto de supervivencia nos obliga a
tomar rápidamente decisiones que ponen de inmediato en marcha todo nuestro
sistema, oculta –e incluso agrava– el cansancio real que siente nuestro organismo.
La memoria de trabajo funciona perfectamente, pero la
memoria a largo plazo se ralentiza Como aquellos que sufren la enfermedad
conocida como CIPA (insensibilidad congénita al dolor con anhidrosis, que
impide sentir dolor, lo que provoca graves lesiones), seguimos cansando nuestro
organismo pero ocultando dicha sensación a base de bebidas, pastillas y
esfuerzo. La cafeína tiene mucho que ver con dicha situación, puesto que
estimula nuestra actividad pero nos aparta de la concentración, pero también la
adictiva dopamina (la hormona del bienestar) que se libera cada vez que
recibimos respuesta en una red social. Como señalan los expertos, se trata de
una situación idónea para responder a amenazas, como si fuésemos
animales asustados, o para realizar tareas automáticas y que requieren poca
reflexión, pero que impiden llevar a cabo un pensamiento más complejo.
Es lo que se conoce como “sueño local”: debido
a que ciertas regiones de nuestro cerebro relacionadas con las respuestas
rápidas y mecánicas se encuentran continuamente estimuladas, hay otras que
deben descansar o de lo contrario nuestros circuitos se sobrecargarían. Por lo
general, son las zonas relacionadas con el pensamiento abstracto y complejo las
que se caen en este profundo sueño. De esa manera, y como si fuésemos el
protagonista de Memento (Christopher Nolan, 2000) la memoria de
trabajo funciona perfectamente, pero la memoria a largo plazo se ralentiza.
¿Cuál es el último escollo en nuestro camino para
acabar con el cansancio perenne? Lo que los psicólogos y neurólogos como Linda
Stone denominan CPA o continuous partial attention (“atención
partical continua”), primo hermano del célebre “multitasking” que denunciase Nicholas
Carr en Superficiales.
¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? (Taurus). Debido a que
tenemos nuestra atención dividida en diferentes asuntos, no somos capaces de
profundizar en ninguno de ellos.
En palabras del psicólogo Steven Berlin Johnson,
nuestra vida “a menudo implica echar un vistazo por encima a toda la
información recibida, coger los detalles relevantes y moverse a la siguiente
corriente. Prestas atención, pero sólo de manera parcial. Eso te ayuda a tener
una red más grande, pero también tiene el riesgo de impedir que llegues a
conocer de verdad lo que hay en ella”. Paradójicamente, la tecnología que nos
ha llevado al nivel más lejano de evolución, es la misma que nos hace
comportarnos como animales aterrorizados.
Elconfidencial
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