En inglés la expresión comparing apples and oranges
(comparar manzanas con naranjas) se utiliza para referirse a dos cosas que
se distinguen con facilidad. En España, se utiliza para lo mismo el
enunciado “comparar peras con manzanas” o, el más rural, “comparar churras con
merinas”.
En el ámbito escolar la frase se utiliza para
referirse a dos unidades distintas, pero cuando crecemos, y nos da por discutir
de forma acalorada, se lo echamos en cara a las personas que utilizan una
falsa analogía entre dos objetos, asuntos o conceptos que, en nuestra
opinión, no tienen nada que ver. El problema es que, en multitud de ocasiones,
las peras y las manzanas no son peras y manzanas: son conceptos que, en
esencia, significan lo mismo.
Basta aplicar una sencilla prueba, y un poco de
sentido común, para darnos cuenta de que nuestras discusiones más acaloradas
giran en torno a términos poco acertados. Multitud de discusiones en nuestra
vida diaria giran en torno a palabras que no se diferencian más allá de
las connotaciones positivas o negativas que queramos darles. Son términos
capciosos, que usamos para criticar o a alabar, y que suelen protagonizar
las conversaciones más acaloradas: él dice que está siendo diplomático, tú que
está mintiendo; ella dice que está siendo meticulosa, tú que es quisquillosa;
ellos dicen eres en cabezón, tú que eres obstinado.
Este tipo de conversaciones acaban siempre mal: han
destrozado amistades, familias e, incluso relaciones diplomáticas. Tal como Jeremy
Sherman, doctor en epistemología evolucionista, explica en su blog Ambigamy, este tipo de discusiones no hacen más que
distraernos, permiten que los poderosos nos manipulen y hacen que dejemos
de centrarnos en lo verdaderamente importante. La buena noticia es que se trata
de un problema muy sencillo de evitar: basta con aplicar una sencilla prueba,
que Sherman ha bautizado como el Test de las Peras y las Manzanas (Apple and
Orange Test, en inglés). Si lo hacemos, asegura, seremos más felices y
nuestro bienestar mejorará notablemente. ¿Qué hay más tranquilizador que evitar
las discusiones?
En busca de la objetividad
En opinión de Sherman, el Test de las Peras y las
Manzanas, puede usarse como estándar científico para “resolver los
desacuerdos sobre si dos términos describen comportamientos diferentes o no son
más que términos para los mismos comportamientos diferenciados sólo por cómo
nos sentimos acerca de ellos”.
Si nos gusta lo que dice un político que repite
siempre lo mismo, decimos que es "obstinado" o "firme", si
no nos gusta decimos que es un "cabezón": no estamos atendiendo al
significado real de cada palabra, simplemente estamos haciendo un juicio sobre
esa persona.
Debemos aprender a distinguir los argumentos de los
juicios. Para saber si los términos que enturbian una discusión se están usando
para distinguir asuntos distintos o sólo para dejar clara nuestra posición
ideológica, debemos asegurarnos de que los términos no son intercambiables.
Y para esto es muy útil acudir al diccionario. Según la RAE, “cabezón” se
define como “terco, obstinado”, “obstinado” como “perseverante, tenaz”, “tenaz”
como “firme, porfiado y pertinaz en un propósito”…. Es la pescadilla que se
muerde la cola.
Si hacemos un ejercicio de autocrítica, sabemos ser
objetivos y mirar las cosas con distancia, nos daremos cuenta de que estamos
usando distintas palabras para definir las mismas cosas pero con una
connotación distinta, con el objetivo de imponer nuestra opinión como si fuera
un argumento (“razonamiento que se emplea para probar o demostrar una
proposición, o bien para convencer a alguien de aquello que se afirma o se
niega”, no un juicio (“opinión, parecer o dictamen”). Y no es que sea
malo emitir juicios, pero si disfrazamos estos como argumentos crearemos una
ciénaga discursiva de la que no sabremos salir.
Todo esto parece complicado, pero no lo es tanto.
Sherman propone un sencillo ejercicio: trate de aplicar el Test de las Peras
y las Manzanas a estos pares de palabras, tan utilizadas en nuestras
discusiones cotidianas. El profesor las llama sinantónimos: sus
definiciones son sinónimos, sus connotaciones antónimas.
- Insulso / Flexible
- Mentir / Ser diplomático
- Seducir / Persuadir
- Codicia / Prudencia
- Miedoso / Cauto
- Criticón / Exigente
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