En estas fechas tan señaladas, las cadenas de
televisión recurren con frecuencia a su fondo de catálogo fílmico para
rellenar la parrilla. Las familias, reunidas alrededor de la pequeña pantalla,
se dividen rápidamente en dos grupos: en aquellos que protestan por tener que
asistir a la enésima redifusión de ¡Qué bello es vivir! (What a
Wonderful Life, 1945), el clásico de Frank Capra, y los que la
saludan como una costumbre navideña tan obligatoria como el champán o los
matasuegras.
Si no puedes contra el enemigo, únete a él. Si por
algo se diferencian determinadas películas navideñas, es por proporcionar
una moraleja que, generalmente, tiende a recordar el valor de la familia y
la solidaridad frente al del dinero y el egoísmo. Unas enseñanzas que aunque
todos conocemos no siempre ponemos en práctica, menos aún en un panorama en el
que la competitividad es un valor esencial.
Muchas de estas películas están imbuidas por un cierta
didáctica de orígenes cristianos; otras de ellas, simplemente, por el
espíritu navideño de las feel-good movies que, parece ser, relaja los
odios y favorece la comprensión. Pero, ¿qué nos ha enseñado la gran pantalla a
través de dichas obras cinematográficas?
- ¡Qué bello es vivir! (What a Wonderful Life, Frank Capra, 1946): no te rindas
La fortuna de George Baily, un pequeño banquero
que se ve al borde de la quiebra, habría sido muy diferente de no habérsele
aparecido su ángel de la guarda, que le hace ver cómo sería el mundo sin su
existencia: mucho peor. La película nos recuerda no sólo que, al final, y como
cantaba Paul McCartney, “el amor que damos es igual al amor que
recibimos”, sino también, que no debemos darnos nunca por rendidos. Un
mensaje cada vez más relevante en una sociedad no tan diferente a la de la Gran
Depresión.
- Cuento de Navidad (Disney’s A Christmas Carol, Robert Zemeckis, 2009): el dinero no lo es todo
Una de las historias adaptadas con mayor frecuencia a
la gran pantalla, y que aquí presentamos en su última versión, la dirigida por Robert
Zemeckis para Disney. No hay relato navideño más conocida que el de Ebenezer
Scrooge (interpretado en este caso por Jim Carrey), el empresario
gruñón cuya vida cambia después de recibir la visita del Espíritu de las
Navidades pasadas, presentes y futuras. Que no tenga que visitarnos un fantasma
para cambiar nuestro comportamiento.
- Family Man (Brett Ratner, 2000): la familia es más importante que el dinero
Durante el siglo XIX y comienzos del XX, como ya hemos
visto con Cuento de Navidad, una moraleja bastante habitual era recordar
al hombre adinerado que su fortuna no lo es todo. A partir de mediados
del siglo XX, y especialmente, la propagación de la codicia del neoliberalismo,
el mensaje incluye también que el trabajo no lo es todo. El recuerdo de la
importancia de la vida familiar es el tema principal de este largometraje
protagonizado por Nicholas Cage, que interpreta a un egoísta bróker de
Wall Street.
- Love Actually (Richard Curtis, 2003): en el amor, no todo sale siempre bien
Esta reflexión sobre las idas y venidas del amor quizá
no encaje en el prototipo de película navideña, pero que transcurra en dichas
fechas ayuda a examinar de manera certera la vida amorosa de su reparto coral.
Algunos de ellos, satisfechos con su relación, han cosechado lo que han
recibido; otros simplemente son víctimas de la desconsideración de sus
parejas. No todo el mundo consigue lo que desea, pero sí son capaces de
salir adelante con su vida, parece sugerir este moderno clásico romántico.
- De ilusión también se vive (Miracle on 34th Street, George Seaton, 1947): no debemos renunciar a nuestros sueños
El título lo dice todo, y quizá por eso sea uno de los
largometrajes más polémicos aquí presentados. La película sugiere, gracias a
esa niña que no cree en Santa Claus y ese Santa Claus real que ocupa el
lugar de un anciano indispuesto, que lo importante es mantener nuestras
ilusiones (ya que ello nos hará más felices). Fue objeto de un remake
protagonizado en 1997 por Richard Attenborough.
- Feliz Navidad (Joyeux Noël, Christian Carion, 2005): lo que el hombre ha unido, que no lo separe la guerra
No sólo la fantasía ha sido capaz de proporcionarnos
enseñanzas sobre nuestras propias vidas, sino que, como ocurre tan a menudo, la
realidad supera a la ficción. Es el caso de este largometraje basado en la
tregua que tuvo lugar en 1914 cuando soldados alemanes, franceses y escoceses
atrincherados fueron capaces de dejar a un lado sus diferencias para compartir
un partido de fútbol en Nochebuena.
- Gremlins (Joe Dante, 1984): cuida a tus animales
Otra película habitual de la parrilla televisiva que
no parece precisamente la película más instructiva del mundo. ¿Cómo que no? La
próxima vez que tengas que educar a tus hijos para que cuiden a esa mascota que
han recibido como regalo navideño, puede resultar útil proyectarle las
correrías de Gizmo y otros seres de su especie para que aprenda a respetar
las normas.
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