¿Cuántas veces has escuchado la palabra motivación
y cuántas veces la has sentido?
Estoy segura que, en más de una ocasión, la
has echado de menos. Tal
vez cuando necesitaste que te echara una mano para hacer frente al montón de
cosas que tenías que hacer, cuando se marchó “sin avisar” y te dejó sin energía
y sin ganas o, cuando, simplemente, llevabas un tiempo sin sentirla y querías
comenzar algo con ilusión y fuerza.
Antes de seguir con el artículo, me gustaría
que vieras uno de esos clásicos vídeos motivadores:
Este proceso psicológico, llamado
motivación, nos impulsa a alcanzar una meta y a mantener una conducta
determinada para lograrlo. Es como la chispa interna que nos pone en
funcionamiento. Nos da fuerzas para buscar, y utilizar, los recursos que
necesitamos, hasta alcanzar lo que nos hayamos propuesto.
PAUTAS PARA PONERSE MANOS A LA OBRA CON
ÁNIMO Y GANAS.
1) Sé consciente de tu diálogo interno.
Escucha lo que te dices desde que te despiertas hasta que te
acuestas. Los mensajes que nos mandamos a nosotros mismos pueden hacernos
sentir capaces de conseguir lo que nos proponemos o echar por tierra todos
nuestros planes. Aumentar la confianza en uno mismo, la seguridad y mejorar el
estado de ánimo puedes lograrlo teniendo un diálogo interno positivo. ¿Has
empezado alguna vez el día diciéndote lo estupendo/a que eres? Prueba.
2) Piensa si lo que has planeado hacer,
realmente quieres hacerlo.
Cuando podemos elegir una meta a alcanzar,
es conveniente pararse a pensar si esa meta la hemos elegido porque queremos o
porque quieren los demás. A veces asumimos tareas que creemos nuestras
cuando, realmente, provienen del entorno: “Deberías”, “tienes que”, “haz
esto qué es lo más conveniente”… Con el tiempo, nos damos cuenta de que nos
hemos estado obligando a hacer algo para lo que, ya, no estamos motivados.
Si no has elegido tú la meta pero “tienes”
que alcanzarla, lo mejor es que seas consciente de la actitud que tienes hacia
ella. Una actitud negativa sería como pisar el freno y el acelerador a la
vez…y tener prisa por llegar.
3) Define la meta y desglósala en pequeños
objetivos.
Es importante que lo que te propongas sea realista
y alcanzable. Ayuda mucho escribir la meta de manera clara y precisa
para, después, fijarte tareas (objetivos) que te acerquen a ella.
4) Levántate, no te quedes esperando.
Si sabes qué es lo que quieres conseguir y
lo que tienes que hacer para ello…actúa. Aunque haya días que no tengas
mucha energía y ánimo, muévete. Fíjate en lo que llevas recorrido y no sólo
lo en lo que te falta por recorrer. Puedes empezar el día con lo menos
costoso, o desglosar las tareas en otras más pequeñas. Eso sí, comprométete
a finalizarlas.
5) Equivocarse o caerse en alguno de los
obstáculos NO es un fracaso.
Pensar que todo tiene que ir perfecto y que
no hay cabida al error es, sin duda, el primer tropiezo de tu camino. Si
algo no sale bien, o como esperabas, puedes pensar que todo es horrible o aprender
del error para corregirlo y seguir adelante. No somos máquinas, sino
personas, y los errores y fallos nos muestran el camino que no hay que coger
para poder tomar uno mejor.
6) Felicítate por los logros que vayas
consiguiendo.
Parece que tenemos la costumbre de
castigarnos cuando hacemos algo “mal” y pasamos por alto todo lo que hacemos
“bien” y logramos. Celebra los objetivos que vas dejando atrás y
regálate, de vez en cuando, un capricho como premio. Te aseguro que
sienta muy bien.
“El éxito no es el resultado de una
combustión espontánea. Tú tienes que encenderte primero.”
Fred Shero
Nuria Álvarez
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