Lo tenemos todo bajo control. Hemos reunido las
recomendaciones necesarias, hemos pulido nuestro currículum hasta el más mínimo
detalle y nos sentimos con el ánimo necesario para afrontar la entrevista de
trabajo que se interpone entre nosotros y nuestro empleo soñado. De
repente, todo empieza a salir mal. El seleccionador arruga el gesto, nos
trabamos y lo que parecía una situación ideal pasa a transformarse en una
pesadilla que queremos abandonar cuanto antes. ¿Qué ha fallado?
Como recuerdan los psicólogos, por mucho que nos guste
pensar que somos personas racionales, capaces de distinguir lo accesorio de lo
esencial, seguimos guiándonos a partir de nuestras primeras impresiones.
Un reciente
experimento puso de manifiesto que los seleccionadores de personal apenas gastan seis
segundos en examinar cada uno de los currículos que llegan a su escritorio, por
lo que convierte ordenar la información que aparece en los mismos de manera
clara y sencilla.
En décimas de segundo nos hacemos una rápida idea de
lo que pensamos de los demásOtros estudios han reducido el tiempo a una
cantidad muy inferior. Es el caso de, por ejemplo, el que realizaron Janine
Willis y Alexander Todorov con el nombre de «Primeras impresiones», y que fue publicado en la revista Psychological
Science. Según la investigación, las conclusiones que se alcanzaban
tras una décima de segundo eran muy similares a las que se obtenían si no había
ninguna clase de límite temporal, lo que llevaba a los investigadores a asegurar
que este tiempo es más que suficiente para hacerse una primera idea de
lo que tenemos ante nuestros ojos.
La consultora de marketing Camille Lavington cifra en tres segundos en su obra You’ve
Got Only Three Seconds (Main Steet Books) el tiempo del que disponemos para
causar una buena impresión, y recuerda algunos aspectos en los que debemos
fijarnos si no queremos fracasar aun antes de abrir la boca. A continuación
recogemos algunos errores frecuentes a evitar si queremos causar buena
impresión.
- Acicálate
Llevar la ropa correcta es importante, pero aún más lo
es cuidar aspectos de nuestra higiene corporal en apariencia accesorios,
como puede ser la limpieza de las uñas, el cuidado del vello facial o la
longitud del pelo. Ello no quiere decir que no debamos llevar barba o el pelo
largo bajo ninguna circunstancia, si no que tenemos que vigilar su cuidado.
- Vístete bien
No incidiremos más de lo necesario en recordar que el hábito sigue
haciendo al monje y no debemos rebajar el listón de nuestro vestuario. Tan sólo recordar que
cada empleo tiene su propio código de vestimenta, que debemos conocer de
antemano para trasladarlo a nuestra presentación personal. Una encuesta publicada por CareerBuilder hace un
par de meses señaló que cada color va asociado con una cualidad diferente pero
que, por lo general, resultan preferibles los tonos oscuros.
- Sonríe
Como han puesto de manifiesto diversos estudios, una buena sonrisa es el
camino más corto para agradar a los demás a un nivel inconsciente: genera
confianza, nos muestra como personas relajadas y es contagioso. Siempre y
cuando esta no sea una sonrisa bobalicona y forzada, algo que será mucho
más pernicioso que presentar un gesto neutro.
- Aprende a dar la mano
Parece mentira, pero hemos terminado olvidando cómo se estrecha la
mano correctamente. Es decir, con firmeza, pero sin exagerar. Lo peor que puedes hacer
es mover el brazo tan fuerte que sacudamos la extremidad de la otra persona.
- Sube las cejas
Aunque todos conocemos el poder de una sonrisa, menos
difundido está lo que los anglosajones denominan eyebrow flash. Se trata de un gesto inconsciente
de motivación social, que dura la sexta parte de un segundo y que sirve para saludar
y establecer contacto con alguien a quien hemos reconocido. La mayor parte
de nosotros lo llevamos a cabo, aun sin saberlo.
- Ensaya tu actitud
Más allá de los movimientos concretos, debemos
preparar una manera de enfrentarnos a nuestro seleccionador. Todos recordamos
esas escenas habituales en las comidas cinematográficas en las que alguien
ensaya delante de un espejo cómo va a dirigirse a su amada o a una persona
importante: no es mala idea hacer lo mismo para no parecer ni demasiado
locuaces, ni demasiado sosos, ni demasiado temerosos cuando conozcamos a nuestro
próximo contratador.
- Mantén una postura correcta
Cuando te sientes, intenta mantener los pies en el
suelo (figurada y realmente). Tenemos que intentar sentarnos erguidos, sin
que parezca que estamos rígidos o agarrotados. No conviene de ninguna de las
maneras hacer movimientos nerviosos como menear las piernas, puesto que
distraen y dan la sensación de que somos personas poco maduras.
- Inclínate hacia adelante, pero no demasiado
Una vez sentados, inclinar ligeramente –hacemos
énfasis en el adverbio– el cuerpo hacia adelante le dirá a la otra persona que estamos
interesados en lo que está contando, una buena razón por la que quizá nos
deberían contratar. Echarnos hacia atrás denotará que tenemos confianza en
nosotros mismos, pero también, una exagerada autosuficiencia que puede resultar
poco apropiada en dicho contexto.
- No utilices muletillas
La apariencia no lo es todo. Ya que no nos encontramos
en un ambiente desenfadado, debemos vigilar nuestro lenguaje y la manera en que
nos expresamos. Ello incluye las muletillas, las palabras mal pronunciadas,
los titubeos y los tecnicismos huecos. Cuidado con parecer unos redichos, ya
que debemos intentar no utilizar expresiones de las cuales no conocemos su
significado exacto y que solo empleamos porque suenan bien.
- Sé tú mismo
Suena a consejo de autoayuda, pero debemos tener
siempre presente que mentir, además de suponer un importante esfuerzo mental,
puede provocar que nos terminen pillando. Resulta más complicado hacernos pasar
que por quien no somos que ir con la verdad por delante, sobre todo, porque en
algún momento –probablemente, el primer día de trabajo– tendremos que dejar de
fingir. Y entonces puede que alguien deje de confiar en nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario