No hay duda de que vivimos una
crisis sistémica, no sólo del modelo económico de crecimiento, sino también del
modelo ideológico en el que se sustentan valores, principios, creencias y la
propia cultura. Hoy “parece” que el materialismo impregna gran parte de nuestra
cultura occidental y la visión del mundo no parece apoyarse en principios y
valores que deberían regir una sociedad y las relaciones humanas. Por ello, hoy
más que nunca, necesitamos encontrar nuevos sistemas productivos y económicos
que permitan a la sociedad encontrar la felicidad y el bienestar tanto
económico como psicológico y también espiritual, dentro de un crecimiento
sostenible en armonía con la naturaleza y su propio propósito evolutivo.
Los valores, entendidos como
cualidades y principio que guían y dirigen nuestra conducta, influyen en
nuestra experiencia cotidiana. Esto ocurre no sólo a nivel de la persona, sino
también a escala organizacional. Sin embargo, se observa que para algunas
organizaciones la única responsabilidad consiste en maximizar su beneficio de
acuerdo con las reglas del juego establecidas por la legislación vigente,
dejando de lado aquellos objetivos sociales que tienen que ver con el
Bienestar Social y la Sostenibilidad. Lo más acertado sería pensar en
ambos. Objetivos sociales y económicos, deberían estar relacionados entre sí,
de forma que no exista ningún inconveniente entre incrementar la competitividad
de las empresas y a la vez contribuir a la mejora de la sociedad y a un
desarrollo mucho más sostenible.
Afortunadamente, comenzamos a vivir momentos de transformación, produciéndose un cambio en el sistema
de valores en las organizaciones, y un aumento de la conciencia medioambiental
y social. Y prueba de ello es el crecimiento de organizaciones comprometidas
con una responsabilidad social que va más allá de los intereses económicos y
técnicos de las empresas, y que tienen en cuenta a las personas, los valores
éticos, la comunidad y el medioambiente, contribuyendo con ello al bien común de la sociedad.
Las empresas, en la actualidad, son
más éticas, alinean valores y objetivos, y la suma de sus conductas y los
principios de las personas que las lideran caminan hacia un Postmaterialismo que genera la vuelta de valores de
confianza, cooperación, respeto, y participación, siendo estas organizaciones
buenos lugares para crear, crecer y desarrollarse.
Uno de los beneficios del Coaching
Ejecutivo es que éste contribuye al desarrollo de una cultura
organizacional de calidad con valores como la confianza, el respeto y el
compromiso personal favoreciendo, con ello, que tanto individuos como equipos
de trabajo incrementen su productividad, mejoren su comunicación, sus
relaciones y la capacidad de resolución de conflictos.
El coaching ejecutivo–organizacional
y de equipos se constituye, estos últimos años, en herramienta clave
para el desarrollo y mejora de la empresa, máxime en el actual periodo de
crisis económica y social que estamos atravesando. A nivel estructural, en las
personas de sus líderes, directivos y equipos profesionales, la utilización del
coaching está suponiendo un claro elemento diferencial en ese sentido,
constituyéndose a su vez en un nuevo y fundamental campo de capacitación
y desarrollo profesional - interno y externo a la organización – para
estos.
Josune Escaso
No hay comentarios:
Publicar un comentario