Kate Matheny no es exactamente una persona
que trata de eludir el estrés. A lo largo de su carrera, la contadora, que vive
en Colorado, ha pasado de un trabajo gerencial de alta presión a otro.
"Soy dura", reconoce la profesional de 44 años, casada con dos hijos.
"Quería llegar a lo más alto (en el trabajo), y quería ser una gran
madre", que pudiera asistir a los eventos deportivos de sus hijos,
llevarlos a la escuela y ayudarlos con las tareas tras un trayecto de una hora
desde el trabajo. Sus días a menudo comenzaban a las 5 de la mañana con un
entrenamiento para correr una maratón.
Luego de meses de estar desvelada, bajar
de peso y sentirse "presionada hasta el borde de perder la razón"
debido a sus múltiples tareas, Matheny decidió que tenía que enfrentar su
estrés y convertirlo en una ventaja. Su nuevo empleo tiene su cuota de presión,
reconoce, pero con un mayor apoyo de su jefe y más flexibilidad en sus
horarios, dice que se siente muy bien.
A diferencia de lo que muchos creen, el
estrés no tiene que ser una fuerza que agota el cuerpo y el alma. Pero pocas
personas saben cómo transformar su estrés en un fenómeno positivo que los ayude
a cumplir sus metas.
Estudios recientes confirman que obtener
un mayor control sobre las exigencias laborales, hacer un trabajo que tenga
sentido y el aliento de los compañeros están relacionados con el estrés
beneficioso. Un simple cambio de las actitudes y expectativas sobre el estrés
—a través de asesorías, entrenamiento y grupos de apoyo— también puede fomentar
el estrés constructivo.
"El estrés es paradójico",
afirma Alia Crum, una investigadora de la Escuela de Negocios de la Universidad
de Columbia que estudia la forma en que las actitudes de las personas influyen
en sus reacciones al estrés. "Por un lado, puede ser lo que más nos
perjudica. Pero por el otro, es fundamental para el crecimiento psicológico y
físico. Nuestro sistema de creencias, la óptica a través de la cual elegimos
ver y enfrentar el estrés, alterará el desenlace".
Los empleados de una atribulada empresa de
servicios financieros cambiaron sus actitudes hacia el estrés con la ayuda de
un programa de entrenamiento por video que mostraba a atletas, líderes y
profesionales que conseguían grandes logros ante desafíos abrumadores, según
una investigación encabezada por Crum publicada este año en la Revista de
Personalidad y Psicología Social. "Encontramos un cambio consistente en la
mentalidad de los participantes", sostiene la investigadora, que pasaron a
considerar el estrés no como algo agotador, sino como una ayuda para tener un
mejor desempeño.
Además, la investigación mostró que las
personas que realizaron el cambio tenían más probabilidades de experimentar una
respuesta fisiológica más saludable durante un ejercicio difícil de hablar en
público, al exhibir sólo niveles moderados de hormonas de estrés.
Matheny, la contadora de Colorado, sintió
niveles de estrés más que moderados en su empleo previo como directora general
de finanzas de una empresa de inversión. El problema más mínimo, como que el
mal tiempo retrasara el autobús escolar de sus hijos, podía desbaratar su
ajustado horario de trabajo. Luego de perder casi 10 kilos de forma
involuntaria, cuenta que se vio demasiado débil para correr una maratón.
"Me pregunté: '¿Qué estás haciendo?'".
Su nuevo empleo, como directora general de
finanzas de una empresa más pequeña y menos estable financieramente, le ha
permitido deshacerse de las mayores causas de estrés dañino. El trayecto al
trabajo demora 20 minutos menos y puede trabajar desde su casa durante las
horas libres y tener tiempo de asistir a las actividades de sus hijos, algo que
su nuevo jefe apoya. Duerme mejor, está subiendo de peso y otra vez está lo
suficientemente fuerte para disfrutar corriendo. "El trabajo sigue siendo
estresante", observa. "Pero no es estrés personal".
En una respuesta saludable al estrés, el
corazón bombea más rápido y el cerebro se pone en un alto nivel de alerta a
medida que las hormonas de estrés fluyen al torrente sanguíneo y cierran
temporalmente los sistemas inmune y digestivo para darle más recursos al
desafío que enfrenta. El estrés se torna perjudicial cuando estos indicadores
se mantienen elevados de forma crónica, lo que aumenta la presión sanguínea,
daña el sistema cardiovascular, compromete la inmunidad y provoca dolores, problemas
digestivos e insomnio.
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