Todos conocemos con nombres y apellidos a cantantes,
actores o políticos, pero los científicos suelen ser reservados por
naturaleza y si en algún momento se preocupan de trasladar su trabajo
al gran público, es más por obligación que por gusto. Pero hay
excepciones. El físico teórico Michio Kaku (1947, California)
es conocido en el mundo académico como uno de los creadores de la complicadísima
teoría de cuerdas, pero para el gran público es el autor de libros como Universos
paralelos, La física de lo imposible o La física del futuro. Hoy
día es una superestrella –¿cuántos físicos tienen una página web con
sección de merchandising en la que se pueden comprar camisetas con su cara?–, algo que no es de extrañar dado lo contagioso de su
entusiasmo.
En su nuevo libro El futuro de nuestra mente,
que la editorial Debate acaba de publicar en España (tras ser número uno
en EEUU), Kaku se adentra en el complejo mundo de la neurociencia, y lo
hace para imaginar un futuro propio de los libros de ciencia ficción que tanto
admiraba de niño. El físico responde a El Confidencial desde su despacho
en Nueva York, y no se limita nunca a contestar las preguntas. Cualquier
cuestión sirve de excusa para acabar hablando de robots, exoesqueletos,
extraterrestres e, incluso, de un futuro en que seamos inmortales.
PREGUNTA. El pasado diciembre, por
primera vez, un magistrado español aprobó el uso de una prueba encefalográfica
(conocida como 'test de la verdad' o Potencial Evocado Cognitivo) para resolver
un caso criminal. La decisión fue muy polémica pero, según cuenta en su libro,
deberíamos empezar a acostumbrarnos a este tipo de procedimientos en muchos
otros campos. ¿Podemos fiarnos de ellos?
RESPUESTA. Personalmente soy un poco escéptico acerca
de su uso. No es una prueba completa. Mucha gente asegura que son precisas en
el 90 o 95% de los casos. Pero eso no es un 100%. Y para juzgar a alguien
necesitas un 100%.
Creo que hoy la gente está preocupada por los
escáneres cerebrales, y su uso como detector de mentiras. Pero eso es hoy. En
unos cuantos años, el problema será otro. En el futuro, cuando tengamos
escáneres cerebrales de las personas, algunos criminales podrán decir que fue
su cerebro el que cometió el delito, que no fue su culpa. “Mi cerebro está
dañado –dirán– y puedo probarlo usando una imagen por resonancia
magnética. Así que no es mi culpa que haya hecho esta maldad”. El concepto
entero de culpabilidad tendrá que cambiar. Tendremos que darnos cuenta de que,
aunque alguien no sea culpable ya que su cerebro está dañado, sigue siendo
peligroso si ha cometido un delito y tendrá que seguir yendo a la cárcel. Todo
el sistema penal tendrá que cambiar.
P.: ¿Se extenderá el uso de los escáneres cerebrales
para resolver todo tipo de problemas?
R.: Sí. Hoy en día ya podemos conectar con el cerebro.
Podemos ver pensamientos según evolucionan y podemos descifrar estos
pensamientos por ordenador. Hay dos cosas que nos han dado la habilidad para
leer la mente. Una es la física avanzada, que nos permite obtener fotografías
detalladas de los pensamientos dentro del cerebro de la gente, y otra
los ordenadores. Las implicaciones son enormes. Por ejemplo, ya podemos grabar
memorias simples en animales e introducirlas de nuevo. Podemos cargar memorias
simples en el cerebro de un ratón. Después lo haremos con los monos. Y, cuando
lo logremos, llegará el turno de los pacientes de alzhéimer. En el futuro habrá
millones de enfermos de alzhéimer parados en la calle porque no sabrán dónde
viven ni quiénes son. Podremos crear un marcapasos cerebral. Pulsarás un botón
e inmediatamente sabrás quién eres, dónde vives y quiénes son tus hijos.
Podremos además cargar memorias en el cerebro.
Los jóvenes ya utilizan en Facebook caras felices para
expresar emociones. En el futuro podrán compartir memorias enteras, de su
primer beso, su primera cita, su primer baile…En algún momento, en vez de
internet tendremos un brainet. Hoy en internet se comparten textos, pero
en el futuro se podrán compartir emociones y memorias. Lo llamaremos brainet.
Y a los adolescentes les encantará. Los jóvenes ya utilizan en Facebook caras
felices para expresar emociones. En el futuro podrán compartir memorias
enteras, de su primer beso, su primera cita, su primer baile…
Más adelante podremos también cargar habilidades
que necesitarán los trabajadores en sus cerebros, o conocimientos,
como lecciones de matemáticas, en los estudiantes. Esto ocurrirá en un futuro
distante, pero antes podremos cargar memorias, como las vacaciones que nunca
has tenido.
P.: Mucha gente puede sentir miedo del futuro del que
habla. ¿Cree que están justificados sus temores?
R.: No, porque el objetivo inmediato va a ser curar
las enfermedades mentales. ¿Por qué la Unión Europea y el presidente Barack
Obama han puesto 10.000 millones en un proyecto para mapear el cerebro? Porque
el objetivo a corto plazo es curar las enfermedades mentales. Hoy en día cerca
del 50% de la población tiene en algún punto de su vida una crisis nerviosa o
un problema cerebral. Vemos esto en los mendigos: la mayoría son enfermos
mentales, al igual que gran parte de la gente que está en la cárcel. Ahora,
gracias a los escáneres cerebrales, podemos observar cómo funcionan las
enfermedades mentales.
Los esquizofrénicos oyen voces. ¿Por qué? La parte
izquierda del cerebro generas voces, y por eso hablas contigo mismo, todo el mundo
lo hace, y la parte frontal las analiza. Pero, a veces, la parte izquierda y la
frontal no hablan entre ellas. Esto hace que hables contigo mismo sin tu
permiso. Cuando alguien oye voces en su cerebro sin su permiso decimos que está
loco. De hecho, eso es lo que es la locura. La locura es que la parte izquierda
del cerebro no habla con la parte frontal. Por eso tenemos esquizofrenia, una
de las enfermedades más antiguas que incluso cita la Biblia. En el futuro
quizás podremos curarla. Hoy no, pero ya entendemos por qué el cerebro funciona
mal, gracias a los escáneres cerebrales que hemos realizado a los enfermos
mentales.
P.: Hay quien piensa que los avances en neurociencia
cambiarán por completo el rol de la psicología, que podría incluso desaparecer.
¿Podrá la neurociencia explicar en el futuro todos los comportamientos
humanos?
R.: Vamos a necesitar siempre consuelo y buenos
consejos. Que podamos leer la mente no significa que sepamos qué es bueno
para ti y qué decisiones debes tomar. Seguiremos necesitando psicólogos que nos
ayuden. Pero hay otro aspecto importante de los avances en neurociencia. No
sólo seremos capaz de, quizás, entender la enfermedad mental y curarla; además,
la gente que tenga un daño cerebral y cuyos cuerpos no funcionen bien podrá
llevar una vida normal. Para la gente que no tiene brazos, piernas, sufre una
lesión medular o ha quedado paralizada tras un ictus, la vida es horrible. Son
vegetales. Ahora podemos conectar sus cerebros con una máquina. Un portátil
puede entender tu cerebro y puede manejar un brazo mecánico, una pierna o un
exoesqueleto. De hecho, en el próximo Mundial de fútbol de Brasil esperamos que el saque inicial lo realice una persona parcialmente
paralítica.
P.: Supongo que estará familiarizado con el concepto
de transhumanismo, un movimiento que apoya el empleo de las nuevas tecnologías
para mejorar las capacidades mentales y físicas con el objeto de corregir lo
que considera aspectos indeseables e innecesarios de la condición humana, como
el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento o en última instancia la
mortalidad. ¿Crearán los avances en biología sintética y neurociencia una nueva
humanidad?
R.: Desde luego, plantean nuevas cuestiones
filosóficas y religiosas como ¿quién eres? Hoy tenemos el genoma, un disco duro
que almacena unos 25.000 genes, y sirve de modelo para crear tu cuerpo. Esto ya
lo conocemos. En el futuro tendremos otro disco, llamado el conectoma, con todas las conexiones
cerebrales. En cierto sentido, aunque mueras, tu genoma y tu conectoma podrán
seguir viviendo. Hace mucho tiempo pensábamos que el alma era algo separado del
cuerpo. Esto se llamaba dualismo: el alma y el cuerpo eran algo diferente. En
los últimos 50 años nos hemos empezado a dar cuenta de que el cerebro es wetware
[un término que se usa para describir el sistema nervioso central], no hardware,
y la mente es software. Y estos dos elementos interactúan dentro de tu
cabeza. Pero cuando tengamos el conectoma y el genoma por separado lograremos
separar la mente del cuerpo. Justo como pensaba la gente hace miles de años.
En el futuro habrá bibliotecas de almas. Tu
personalidad y tus memorias estarán almacenadas en un disco y tu
tataratataranieto podrá hablar contigoEsto significa que en el futuro algunas
personas podrán vivir después de muertas. Habrá bibliotecas de almas. Cuando
vas hoy a una biblioteca, ves imágenes y películas de gente que está muerta,
pero viven en la librería. En el futuro, tu personalidad y tus memorias estarán
almacenadas en un disco y tu tataratataranieto podrá hablar contigo. Ahora
puedes leer un libro de una persona muerta, pero entonces podrás hablar con el
programa de ordenador que contiene sus memorias. Y podremos ir más allá. ¿Por
qué no mezclar el genoma y el conectoma y construir un robot? Serás algo más
que un programa de ordenador, volverás a la vida. Es la inmortalidad.
P.: Siempre ha dicho que los libros de ciencia ficción
te inculcaron la pasión por la ciencia. Todo lo que cuenta me
recuerda al mundo que imaginó Philip K. Dick. El escritor estaba obsesionado
con las posibilidades de la mente. Imaginó un futuro en el que la gente podía
leer los pensamientos, crear recuerdos artificiales o soñar a la carta. ¿Está
este mundo más cerca de lo que realmente pensamos?
R.: Sí, creo que sí. El otro día estaba hablando con
un niño y me preguntó qué era una máquina de escribir. Me quedé de piedra.
“¿Cómo? ¿No sabes lo que es una máquina de escribir?”, le dije. Y me contestó:
“Nadie usa una máquina de escribir. ¿Qué es eso? Todo el mundo usa el móvil”.
En el futuro nuestros nietos nos preguntarán por qué tocábamos nuestras
pantallas con el dedo y por qué teníamos teclados. En el futuro todo se
contralará mentalmente. Podremos subir el termostato, encender la tele, cambiar
los canales, conducir el coche… La gente no tendrá que tocar nada. Podremos
hacer todo lo que queramos con sólo pensarlo. Hay mucha gente que ya está
trabajando en esto, como la NASA. ¿Por qué no mandar robots al espacio que los
astronautas puedan controlar desde su salón?
P.: Según avanzamos en el estudio de la conciencia nos
damos cuenta de que los animales sienten muchas más cosas de las que
pensábamos, y aprendemos más de lo que sentimos nosotros mismos. ¿Cambiará el
estudio del cerebro y la conciencia nuestras consideraciones éticas?
R.: Eso creo. Casi todos los científicos piensan que
sólo los humanos son conscientes. Creen que la conciencia es un bien muy
característico del que sólo gozan los humanos. Yo no lo creo. Pienso que hay
distintos niveles de conciencia, pero todos los animales son conscientes. Por ejemplo,
un caimán tiene una conciencia de nivel 1, entiende el espacio. En el
nivel 2 estarían los monos, que entienden la sociedad y las emociones. Los
humanos estaríamos en el nivel 3, porque además entendemos el tiempo, el pasado
y el mañana.
Para entender el futuro, para entrever lo que va a
ocurrir, se necesita un poder computacional inmenso, que los robots hoy no
pueden tenerLos animales no tienen un sentido del mañana. No puedes entrenar a
tu perro o a tu gato para entender que hay un mañana. Los humanos planificamos,
pensamos, soñamos y vivimos en el futuro. Todos nuestros pensamientos
están orientados a saber qué viene después. Los animales no piensan así,
sólo se interesan por saber dónde está su comida. Se mueven por instinto.
Los robots que hemos logrado crear en el laboratorio
también tienen conciencia, pero de nivel 1. Son primitivos, pero no muy
distintos a un caimán, pues saben situarse en el espacio.
P.: ¿Y en el futuro habrá robots como nosotros, con
una conciencia de nivel 3?
R.: El MIT está tratando de desarrollar robots de
nivel 2, que sientan emociones. Son muy primitivos. Pueden sonreír como tú,
pueden mirarte a los ojos, pueden bostezar y reírse… Casi alcanzan el nivel 2.
Pero para entender el futuro, para entrever lo que va a ocurrir, se necesita un
poder computacional inmenso, que los robots hoy no pueden tener. En algún
momento lo tendrán, pero si aún faltan décadas para que existan robots de nivel
2 no digamos los de nivel 3…
P.: En tu libro aseguras que la humanidad podría
entrar en contacto con vida inteligente extraterrestre en las próximas décadas.
¿Cómo crees que vamos a responder a este reto?
R. En efecto, creo que podríamos contactar en algún
momento con vida inteligente del espacio exterior. Hasta ahora los astrónomos
han identificado cerca de 2.000 planetas orbitando estrellas. Pero creemos que
sólo en nuestra galaxia hay cerca de 10.000 millones de planetas con
características similares a la Tierra. Así que, tarde o temprano, entraremos en
contacto con vida inteligente y, si pueden visitarnos, significará que están
muy avanzados, por lo que seguro que tienen una conciencia de nivel 3 y
pueden ver el futuro. Ahora, si son más inteligentes que nosotros, es que
pueden ver el futuro mejor. Serán más imaginativos que el ser humano. Y esto,
creo, es una señal de inteligencia. En mi opinión, no estamos midiendo la
inteligencia muy bien. Mucha gente con grandes cocientes intelectuales no
triunfa en la vida. Una de las claves de la inteligencia es la habilidad para
ver el futuro, para entender de forma realista cómo se va desarrollar.
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