“La creencia de que la propia visión de la realidad es
la única realidad, es la más peligrosa de las ilusiones.” Paul Watzlawick
1. Elige un buen momento. Si notas que el ambiente está tenso
o que podrías alterarte fácilmente, es mejor que dejes transcurrir un poco de
tiempo. Si estás particularmente irritable, es recomendable utilizar la técnica
del mindfulness o de consciencia plena. También tendrás que valorar la
disponibilidad emocional de la otra persona. Una buena forma de tantear el
terreno y abrir una conversación, es peguntar: ¿Podemos hablar?”. Si la persona
te dice que no, no insistes, vuelve a preguntar más tarde o espera a que ella
se acerque a ti.
2. Es importante respetar la realidad
del otro y validarla. Validar no significa estar de acuerdo. Significa aceptar y tolerar que la
otra persona tenga una experiencia y visión diferente a la tuya. Minimizar,
ignorar, negar o juzgar las emociones, sentimientos y pensamientos del otro son
formas de invalidación. Poco importa que a ti te parezca exagerado o poco
razonable o cual sea la crítica que se te ocurra. Lo que cuenta es que para la
otra persona sea real.
3. Si vas a quejarte de algo, haz
referencia a una conducta en particular, no a la personalidad entera del otro. Explícale a esa persona cómo su
comportamiento ha tenido un efecto negativo en ti. Por ejemplo, en vez de decir
“eres un egoísta”, reformula en términos más concretos y describe la conducta: “que
se te olvide preguntarme qué tal me ha ido en mi primer día de trabajo y encima
no te hayas preocupado por guardarme un poco de comida, me hace sentir dolida y
enfadada”. Cuando eres especifico en tu critica, no sólo es más tolerable de
escuchar para el otro (ya que no estás atacando la totalidad de su persona),
pero además es más fácil de cambiar.
4. Evita las generalizaciones de tipo
“Tú siempre…” o “Tú nunca…”. Cuando nos sentimos incomprendidos, poco tomados en
cuenta o estimamos que una situación es injusta, solemos emplear este tipo de
crítica basada en la dicotomía “todo o nada”, como una forma desesperada de
llamar la atención del otro. Sin embargo, no es productivo ya que “siempre” y
“nunca” suscitan una actitud defensiva en el otro y en vez de crear conexión,
aleja al otro.
5. Trata de formular tus mensajes
empezando por “Me siento” en vez de “Eres”. Por ejemplo, en lugar de decir “Eres mala persona“,
opta por “Me siento dolido cuando haces esto”. En general a la gente le cuesta
aplicar este consejo ya que supone mostrarse vulnerable ante el otro y a muchos
les asusta eso. Sin embargo, al igual que en el punto 4, este tipo de
comentario acusatorio, en vez de facilitar el diálogo y crear cercanía, aleja
al otro.
6. No vayas de adivino. No pretendas
saber lo que la otra persona está pensando o sintiendo. Esto es una forma
de invalidación. ¿Qué tal si le preguntas mejor?
7. Trata de evitar polarizaciones en
las que sólo uno tiene razón y el otro es culpable, uno es el bueno y el otro
el malo. Recuerda que
en un conflicto siempre hay dos personas involucradas y que las dinámicas
relacionales no se rigen por la ley de “causa-efecto”, sino que las reacciones
de cada uno se retroalimentan de forma circular.
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