A todos nos gusta parecer razonables, calmados y
dialogantes. En cualquier ámbito de nuestra vida necesitamos saber cómo tratar
con todo tipo de personas, desde la familia, hasta el trabajo, pasando por
nuestros amigos y conocidos. No debemos engañarnos, ni todas las personas nos
caen igual de bien, ni siempre estamos igual de receptivos ante determinados
comentarios.
Es complicado mantener siempre la compostura y no
perder los nervios, sobre todo cuando tenemos que responder a ese compañero de trabajo insoportable o al comentario jocoso del típico cuñado pesado.
Aunque nos cueste, en muchas ocasiones es mejor morderse la lengua y
conseguir mantener a raya esos nervios que ya han salido de sus casillas.
Aunque nos parezca imposible, en muchas ocasiones
mantener la calma es más sencillo de lo que creemos. Todo pasa por tener más
control de nosotros mismos. ¿Pero cómo? La doctora y editora de Ahaparenting.com
Laura Markham, ante la pregunta de una madre al borde de un ataque
de nervios, explicó en Psychology Today cinco
pequeños consejos de especial ayuda para tratar con sus hijos. Estos
también sirven para que en próximas ocasiones no te lances al cuello del de
enfrente, por muchas ganas que te entren.
1. Tener claro si es una situación límite
En esta situación es cuando aparece nuestra versión
más animal. Es muy habitual seguir la reacción fight-or-flight que en
castellano se traduciría como luchar o huir. Esta respuesta natural la seguimos
prácticamente todas las especies animales cuando nos encontramos ante un
peligro y tenemos que decidir en pocos segundos si queremos luchar ante él o
huir.
Aunque sea una respuesta natural, es conveniente
dominarla y saber cuándo nos encontramos en tal situación para responder de
la mejor forma posible sin caer en reacciones impulsivas que no traerán ninguna
consecuencia positiva. Al fin y al cabo, ni todas las situaciones son iguales
ni todas las respuestas traen las mismas consecuencias.
2. Respirar
La respiración es un aspecto clave para que podamos
mantener la calma. Expertos en riesgo, como el cuerpo militar
estadounidense, dan especial importancia al control de la respiración. Para el
resto de los mortales también es un aspecto muy interesante con el fin de tener
un mayor autocontrol. Tal y como señala Markham, la respiración es un
mecanismo realmente útil para dominar el estrés y conseguir mantener a raya
todas las sensaciones negativas que hay en nuestro cuerpo.
3. No actuar de inmediato
Cuando algo nos enfada o nos sienta mal, la tentación
que todos tenemos es la de responder de inmediato. Este impulso, aunque sea muy
natural, es el peor que podemos seguir. Los primeros sentimientos generados
cuando alguien nos saca de nuestras casillas son negativos (enfado, ira,
tensión, asco...), de ellos no va a surgir en ningún caso una respuesta
positiva, por lo que lo mejor será esperar a que estos vayan desapareciendo
y entonces actuar con más rigor.
4. Ponerse en el lugar del otro
Hay que reconocer que en muchas ocasiones esto nos
supone un verdadero esfuerzo, pero al hacerlo conseguiremos ver los hechos
desde otra perspectiva. Posiblemente, nuestra opinión seguirá siendo la misma,
pero podremos comprender mejor a la otra persona. Cada vida es un mundo muy
diferente y lo que para nosotros es claramente blanco es muy posible que para
la otra persona sea de otro color, aunque este sea negro.
5. No imponerse amedrentando
Hay dos formas de ganarse el respeto: mediante el
miedo o cariño. A todas luces hay una forma mucho mejor que la otra. Aunque
este consejo sea muy útil para todo aquel que eduque a los más pequeños,
también es extrapolable al resto del mundo. Cuando algo nos sienta mal es mejor
responder estableciendo unos límites y ser claro de cara al futuro, pero
sin ser dañino ni demasiado brusco porque este tipo de actuaciones solo generan
más conflictos o una dinámica de dominación sobre el resto.
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