El profesor de la Universidad de Arizona Andrew Weil, experto en medicina
integral, ha creado esta nueva técnica que nos ayuda a relajarnos para dormir
mejor
Desde hace mucho tiempo se han popularizado las técnicas de respiración como la forma más sencilla y barata
de relajarnos cuando estamos nerviosos, sentimos ansiedad o
pensamos que no podemos dormir. Sin embargo, raramente sabemos cómo
aplicarlas, y nos limitamos a respirar profundamente y a exhalar sin orden ni
concierto. No estamos desencaminados, pero podemos hacerlo mucho mejor.
De entre todos los métodos recomendados por los
especialistas, se ha puesto de moda el conocido como 4-7-8 o ejercicio de la respiración relajante, pergeñado por el doctor Andrew
Weil, director de Medicina Integral de la Universidad de Arizona y un
personaje popular en Estados Unidos. Su fama le ha llevado a aparecer en dos
ocasiones en la portada de la revista Time (en 1997 y en 2005) y en el
programa de Oprah Winfrey.
Aunque el terapeuta ha diseñado varios ejercicios de respiración a lo largo de su carrera, probablemente el más
efectivo de todos sea este, que goza del atractivo de la fórmula numérica y se
basa en la respiración diafragmática, que permite llenar de aire la zona
baja de los pulmones para captar mejor el oxígeno. Se trata de una herramienta
de relajación ampliamente conocida a cuyo proceso el doctor ha proporcionado
unas duraciones concretas.
Cómo aplicar la técnica 4-7-8
En primer lugar, aunque el ejercicio puede realizarse
en cualquier posición, Weil recomienda hacerlo sentado, con la espalda
recta y apoyada en un respaldo. Aunque esta postura nos imposibilite dormirnos,
podemos ensayar el método sentados y aplicarlo posteriormente cuando nos
encontremos en la cama.
No debemos realizarlo más de cuatro veces al día durante el primer mes
Una vez en posición, debemos colocar la punta de la
lengua justo detrás de los dientes frontales, donde comienza el paladar. Aunque
no es imprescindible, puesto que lo más importante del ejercicio es la
respiración y sus tiempos, tiene como objetivo que el aire exhalado se mueva
por toda la boca y sea expulsado por esta.
Estos son los tres pasos más importantes del
ejercicio:
- Cierra tu boca e inhala el aire a través de la nariz. Cuenta hasta cuatro.
- Aguanta la respiración durante siete segundos.
- Espira completamente el aire de tus pulmones durante ocho segundos. Es importante realizar un sonido fuerte, por lo que este es un ejercicio ruidoso, así que quizá a tu pareja no le guste demasiado (o aceptará que lo hagas durante unos instantes si, de esa manera, evita tener que aguantarte dando vueltas en la cama).
El ejercicio debe realizarse tal y como lo ha diseñado
el doctor, aunque hay pequeños detalles que pueden variar: lo más importante es
que la relación entre el tiempo de inspiración y espiración (el doble) se
mantenga igual. Por ejemplo, una proporción 3-3-6 también puede ser adecuada.
Lo normal es que al principio nos sintamos ligeramente aturdidos y nos cueste
más aguantar la respiración, y que con el paso del tiempo seamos capaces de
retenerla durante más tiempo.
El doctor Weil explica que, a diferencia de otros
tratamientos como los farmacológicos, el ejercicio surte mejor efecto cuanto
más tiempo llevamos practicándolo. Eso sí, advierte que no debe realizarse
demasiado a menudo –aunque un par de veces al día son recomendables para
ir acostumbrándose– y que no se repita más de cuatro veces durante el primer
mes de práctica. Cuando estemos acostumbrados, podemos repetir hasta ocho veces
el ejercicio.
Otras aplicaciones de la respiración relajante
Aunque este ejercicio se aplica a menudo para
conciliar el sueño, también puede realizarse en otras situaciones, como
relajarnos antes de contestar cuando estamos enfadados (sí, es otra manera de
contar hasta diez), tranquilizarnos o aliviar la tensión interna antes de una
cita importante o una entrevista de trabajo. Cuando nos encontramos alterados,
respiramos de forma incorrecta, lo que puede afectar a nuestro estado de ánimo,
nuestra toma de decisiones y hacernos más propensos a sufrir enfermedades
cardiacas o problemas digestivos.
Estos ejercicios ralentizan los latidos de nuestro
corazón, favorecen la circulación del oxígeno y eliminan las toxinas de nuestro
sistema. Quizá no sea la panacea, pero desde luego, nos ayudan a tomar
conciencia de cómo nuestro estrés se refleja en actos involuntarios (como la respiración
agitada) que nos hacen daño sin saberlo.