El prestigioso profesor de Oxfod explica la importancia crucial de las
relaciones interpersonales, por qué necesitamos ser escuchados y qué podemos
hacer para mejorar nuestras vidas
Es reconfortante leer a Theodore Zeldin
(Palestina británica, 1933), porque te permite ver la vida con otros ojos. En
sus libros tienen un peso menor sus conclusiones o sus recomendaciones que el
enfoque inédito que sitúa ante el lector, que las historias que narra y las
preguntas que plantea. “No ofrezco soluciones, sino caminos de exploración”,
afirma en su último texto, 'Los placeres ocultos de la vida' (Plataforma,
2015), una suerte de manual sobre aspectos esenciales de nuestra existencia que
a menudo relegamos al segundo plano. En él Zeldin, profesor de Oxford al que le
han sido concedidas la Orden del Imperio Británico y la Legión de Honor
francesa, construye una serie de relatos y de reflexiones punzantes a través de
las contradicciones entre lo que sus personajes (figuras histórica de
relevancia, conocidas o desconocidas) hacen y dicen, entre su vida pública y su
vida privada, entre lo que proponen y las sociedades que habitan, Y cuyo
propósito último es resituarnos ante preguntas clave a las que debemos dar
nuestras propias respuestas.
Es cierto que sus libros pueden caer en ocasiones en
el psicologismo o que sus propuestas no siempre parecen suficientemente
convincentes, pero son reproches menores ante el caudal de vida que se da cita
en ellos. Zeldin, como demostró en 'Historia íntima de la humanidad', sabe
regresar a aspectos cotidianos, a emociones, sentimientos y percepciones que
dan forma a nuestra vida diaria, y que resultando esenciales, han sido
sistemáticamente borrados de las reflexiones públicas, o se han subsumido
en la pobreza conceptual del pensamiento positivo. 'El confidencial' conversó con
él en Madrid para explorar algunas de las contradicciones que asoman en nuestro
mundo.
PREGUNTA.- En 'Los placeres ocultos de la vida' repara
especialmente en el trabajo. Afirma que un 57% cree que se ha equivocado de
profesión, insiste en que hay un descontento enorme entre los profesionales
porque creen estar condenados a realizar deficientemente su tarea o en que hay
muchos trabajadores ocupados en empleos que no tienen nada que ver con su
cualificación. Y a todo ello le sumamos el paro. ¿Cuál es la fuente última de
este problema y qué podemos hacer?
RESPUESTA. Esto es algo muy importante porque la
crisis nos está dando una oportunidad. La gran mayoría de la gente trabaja más
de lo que debe con el objetivo de ser más eficiente, y eso les deja agotados,
al mismo tiempo que hay en el mundo muchos millones de personas sin empleo. Por
eso creo que necesitamos nuevas ideas, nuevas facultades críticas que nos hagan
reinventar los negocios. Eso siempre ocurrió en la historia de la humanidad:
cada vez que llegaba una gran crisis, se inventaba una nueva forma para
satisfacer las necesidades. La agricultura o la industria surgieron cuando
había escasez de alimentos o cuando había aumentado de tal manera la población
que ya no había recursos para todos. Y eso es lo que debemos hacer ahora.
La realidad es que la mayoría de la gente se siente
esclava a tiempo parcial de las grandes industrias
Hemos de aportar nuevas ideas que satisfagan a las
personas, porque la mayoría de ellas no están contentas en un trabajo en el que
no encajan: tienen que vender productos para ganar más dinero siempre desde el
propósito industrial. El trabajo debe aportar algo a la gente en lugar de
convertirla en esclava y la realidad es que la mayoría de la gente se siente
esclava a tiempo parcial de las grandes industrias. Necesitamos una nueva
filosofía de las empresas porque nos queremos sentir plenamente vivos, y no
sólo al 50%. Las familias que se sienten más satisfechas son las que tienen las
mejores relaciones interpersonales, y ese es un camino que se debería explorar
en las empresas. Una célula sólo puede vivir si establece una
conversación con las células de alrededor, y al ser humano le ocurre lo mismo.
P.- Otro asunto que aparece en el libro con mucha
frecuencia es el de la importancia de ser escuchado. De otro modo, se
construyen escenarios fríos, que dejan a las personas con la sensación de que
no tienen ningún valor para los demás, que ni siquiera les prestan atención
alguna. Afirma que ese mal es común en nuestra sociedad porque es un
sentimiento muy dañido, que nos hace pensar que somos instrumentos para los
otros.
R.- En la época actual, en política, en economía o en
el ámbito terapéutico, hemos optado por lo que podría llamarse medicalización,
y que consiste en tratar de disminuir los daños que nos provocan nuestros
entornos, y lo cierto es que no está dando resultados. Tenemos que saber dónde
más podemos dirigirnos, y creo que una solución está en potenciar las
relaciones 'one to one' entre las personas. Una gran revolución en la historia
de la humanidad tuvo lugar cuando los hombres y las mujeres comenzaron a
hablarse y a escucharse. Las mujeres comenzaron a abrir sus bocas y a no cubrir
sus caras, a expresarse y a ser escuchadas. Eso supuso que comenzásemos a
conocernos mejor, porque en esos terrenos es cuando descubres la verdad sobre
la gente; en la vida privada no puedes decir mentiras porque si lo haces
queda destruida del todo. Todavía hoy en EEUU es difícil tener amistad con una
mujer, porque cuando se casa deja de hablar de novios anteriores, algo que se
convierte en tabú, y deja de ver a sus amigos. Reinan los celos, que es el
miedo a perder lo que tenemos, y eso es algo ridículo.
Tuve la gran suerte de llegar al poder muy joven y
descubrí que no es muy interesante. Otras personas tienen que esperar muchos
años para darse cuenta
En todo caso, creo que la honestidad de la vida
privada debería trasladarse a la pública, y que esa posibilidad de hablar y de
escuchar a los demás habría de ser algo común. Eso sería una revolución y eso
es lo que nos estamos perdiendo en los negocios, en la política o en los medios
de comunicación. Estoy organizando en distintos países conversaciones cara a
cara entre personas que no se conocen, y los participantes se sienten
impresionados al ver cómo se pueden abrir a extraños tan fácilmente. Algunas
universidades están comenzando a hacerlo también y es interesante, porque muy a
menudo no hablamos con los demás, sino que decimos mentiras y hacemos teatro.
P.- Cuando analiza figuras como el líder o el rebelde,
se perciben de forma nítida los dos aspectos que conforman su acción, como son
el contenido explícito de lo que persiguen y lo que deben hacer para
alcanzarlo. Son aspectos que a menudo se contradicen, como ocurre en la
política o en la economía. Cita, en este sentido a Francis Bacon, que ganó el
poder y perdió la libertad. ¿Cómo hacemos para escapar de esta trampa?
R. Tuve la enorme suerte de llegar al poder en la
universidad muy joven y descubrí que no es muy interesante. Otras personas
tienen que esperar muchos años para darse cuenta. Tuve también la suerte de
asesorar a un presidente francés y me di cuenta de que, aunque seas el
presidente no tienes poder, porque los funcionarios no te dejan y porque todo
el mundo te pone obstáculos. Bacon se dio cuenta hace siglos de esta batalla
por controlar a otras personas, lo que le decepcionó profundamente, porque supo
que al jugar este juego se pierde el control de uno mismo. Y eso debe
llevarnos a la pregunta de qué es el mundo, de para qué sirve la vida. Para
unos es tener un trabajo y hacerse ricos, para otros luchar contra el poder y
para otros tener una familia y llevar una existencia tranquila. Pero la mayoría
de la gente sólo vive el 15 por ciento de la vida, porque se convierte en un
especialista que hace una sola cosa.
Las profesiones están en crisis porque todo el mundo
tiene que trabajar muy duro y apenas les queda tiempo para pensar
El propósito del libro es mostrar lo que la gente no
hace, conseguir que el lector se formule preguntas y que imagine aquello que se
puede hacer de forma distinta. No hay que tener miedo a poner en marcha algo
diferente. Elon Musk decía que tenía un diez por ciento de
probabilidades de acertar en lo que estaba haciendo, y eso es bueno, porque la
ciencia vive de cometer errores que revelan que hay otra verdad detrás que
podremos descubrir. Vivimos en un mundo en el que las profesiones están en
crisis. Los doctores dicen que no pueden pasar más de diez minutos con cada
paciente, los periodistas tenéis que trabajar y no tenéis tiempo para pensar y
en cada profesión hay muchas quejas respecto de las presiones que se sufren.
Creo que en cada empresa debería existir un pequeño departamento de
experimentación para analizar qué se puede hacer, y cómo cambiar las cosas
para salir de esta situación. Recuerdo que hace apenas quince años los
periodistas tenían tiempo para sentarse en un café a conversar contigo, y ahora
no lo tienen.
P.- En el libro afirma que nada hay más peligroso que
ser el hijo de un millonario, lo que le sirve para subrayar las consecuencias
íntimas a las que conduce una vida tejida únicamente por la ambición de éxito
pero también como metáfora de lo que provoca esa actitud en la vida social.
¿Por qué nada es más peligroso que ser el hijo de un millonario?
R.- He conocido a millonarios y te das cuenta de que
cuando tienes la posibilidad de hacer todo, no sabes qué hacer contigo mismo y
con tu vida. Es muy bueno empezar desde abajo. He tenido mucha suerte también
en esto. Mis padres, que eran personas con educación pero sin dinero, huyeron
de Rusia porque era imposible vivir allí. He tenido que trabajar duro, y no hay
nada mejor que eso para ver de una manera más clara las dificultades de la vida
y para fijarte tus objetivos. El progreso es resultado del sufrimiento.
En Inglaterra, por ejemplo, a gente que lo hace mejor son los inmigrantes
indios, que estudian mucho y sacan muy buenas notas, mientras que otras
personas más acomodadas son mucho más perezosas. Ser millonario y tener una
serie de privilegios no es la respuesta. Siento mucha atracción y mucho
entusiasmo por España, porque habéis tenido periodos de gran éxito y de grandes
hundimientos. España es un país de enormes logros en el arte y en algunas
industrias, y también ha sido un país con gastos enormes, por ejemplo en
aeropuertos inservibles. Es cierto que las dificultades son muchas, pero soy
muy entusiasta con la España de hoy y con su energía. Me gustaría organizar más
conversaciones en España en las que la gente pueda expresarse y relacionarse
con los demás