Carl Gustav Jung, el gran psiquiatra y psicoanalista suizo, durante un
sueño sintió la presencia de una tenebrosa sombra que le seguía. De repente
Jung se dio cuenta de que lo que le seguía no era sino su propia sombra. Desde
aquel sorprendente hallazgo hemos podido entender muchas cosas que hasta ahora
se nos escapaban. ¿Por qué algunas personas nos caen especialmente mal? ¿Es
sólo por lo que hacen o también por su forma de ser?
La sombra y el ideal
Cuando éramos pequeños, nos dimos cuenta de que para
ser aceptados en nuestro entorno familiar y social teníamos que ser de una
forma determinada. Algunos de los rasgos que conformaban entonces nuestra
personalidad sencillamente no encajaban en lo que se esperaba de nosotros. Por
eso tuvimos que ocultarlos en algunos de los rincones de nuestro inconsciente,
para que no afloraran en nuestra vida y pudieran dar lugar a lo que tanto
temíamos: que fuéramos rechazados. Entre los rasgos que tal vez ocultamos
podría estar una cierta rebeldía o incluso una marcada creatividad.
Es como si por un lado representáramos un papel y por el otro, intentáramos
esconder al personaje real
Fuera lo que fuera, si no encajaba en el ambiente en
el que crecimos, había que suprimirlo. Jung llamó a todos estos rasgos
ocultos “la sombra” y, para él, dicha sombra nunca se quedaba quieta y, al
igual que en su sueño, nos perseguía para aflorar en los momentos más
inesperados e inoportunos saboteando escandalosamente nuestra vida.
Junto a “la sombra” que representa lo no aceptado de
uno mismo, las personas desarrollamos lo que Freud llamaba “el ideal del
yo”, una especie de máscara que nos ponemos para encajar en nuestro entorno. Es
como si por un lado representáramos un papel y por el otro intentáramos
esconder al personaje real.
La fractura de la identidad
Si traigo hoy esto aquí es porque creo que es
importante entender que muchas neurosis, con el consiguiente sufrimiento y con
el inevitable daño a las relaciones interpersonales, proceden de esta fractura
en nuestra identidad. La integración de la sombra es algo que puede
ayudarnos mucho a vivir de una manera más sana y equilibrada. No se puede
realmente querer a otra persona si uno no se quiere a sí mismo. Querer de
verdad es acoger en su totalidad lo que una persona es. Reconocer que hay
partes nuestras que no nos gustan pide mucha humildad y un gran coraje,
pero uno no puede cambiar si por dentro está dividido. Uno no puede cambiar si
cree que hay partes de sí mismo que no tienen derecho a vivir. Lo que nos hace
más daño no es en sí el defecto que vemos en nosotros o que en su momento
vieron otros, sino nuestro rechazo a aceptarlo. Por otra parte, eso mismo que
no queremos aceptar y reconocer en nosotros, lo proyectamos en ciertas personas
a las que, por algunos rasgos de su personalidad, es fácil colocarles el “San
Benito”. Por eso, el no reconocer la propia sombra hace que la proyectemos
en otros, donde es más fácil rechazarla. Quien no reconoce su rasgo
rebelde, encontrará insoportable a aquellas personas que muestran lo que para
él es una excesiva rebeldía. Vemos “la paja” en el ojo del otro y no vemos “la
viga” en el nuestro, nos recuerda un texto bíblico.
Uno no puede cambiar si cree que hay partes de sí mismo que no tienen
derecho a vivir
Ocultar “la sombra” y mantener “la máscara” consume
mucha energía y por eso, no es extraño que estemos a veces tan agotados. Si queremos
tener más vida, serenar nuestro corazón y alegrar nuestra alma, en nuestra casa
interior hemos de acoger a esos personajes sombríos que tan poco nos agradan.
Acoger no significa quedar a merced de ellos o quedar sometidos por ellos, sino
sencillamente reconocer que son también una parte nuestra.
Al final “la sombra” se creó porque alguien nos puso
condiciones para que nosotros pudiéramos ser amados. “La sombra” se mantiene
porque también nosotros nos ponemos condiciones para querernos. Un amor sin
condiciones, abrazando lo que somos en su totalidad, es lo que cura todos los
males porque elimina nuestro miedo. El enemigo del amor no es el odio, sino
el miedo.
Mario Alonso Puig
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