domingo, 12 de enero de 2014

SEIS REMEDIOS PARA SUPERAR LA RESACA VITAL


 Estamos en enero, se han acabado las fiestas, quien más quien menos tiene los bolsillos vacíos y además hay rebajas y sin un chavo no podemos aspirar ni a unos tristes calcetines. De todos modos como somos buena gente tenemos buenos propósitos para los doce meses que se avecinan, cada uno tiene los suyos pero todos muy buenos. Felicidades, la intención si es buena tiene un valor incalculable y nos ayuda a mantener un tono positivo para no estar mordiendo al primero que pase.

 Antes de que sea demasiado tarde tomemos las medidas oportunas para mantener un sentimiento positivo en todas y cada una de las facetas de nuestra vida, sobretodo en el trabajo y en casa que es donde pasamos la mayor parte del tiempo. Si somos capaces de tener un buen tono vital y un mejor humor seguramente conseguiremos ser más felices, que los que nos rodean también lo sean, que nuestros jefes nos miren con mejores ojos y no les tiemble el pulso para autorizar nuestro variable o la voz para discutir con los que quieren recortarlo o no pagarlo.

 También conseguiremos que nuestra reputación offline, la del mundo de los objetos sólidos, aumente unos enteros y nuestra marca personal crecerá en la misma proporción, y cuando las cosas vayan peor, que en doce meses hay lugar para todo, tenderemos las baterías cargadas para hacer al mal tiempo buena cara. Y si todo lo anterior os parece una sarta de tópicos os agradezco haber llegado hasta aquí y me despido hasta la próxima que posiblemente será mejor. Pero sí, como es habitual en vosotros, queridos lectores, me seguís otorgando un poco de vuestra confianza os propongo unas cuantas acciones que nos ayudarán a todos a pasar un año un poco mejor que el anterior y a reírnos de todo en la próxima noche vieja.

 Cambia de enfoque. Cuando algo sale mal o alguien nos da un disgusto no significa que todo se haya puesto de patas para arriba. Y seguramente no es la primera vez. Tenemos dos posibles caminos a seguir siempre desde el lado positivo: Recordemos cómo hemos salido en el pasado de una situación similar  o pensemos en algo que nos haya salido bien y que nos haya llenado realmente de gozo; tener referentes acorta los “cabreos” y pensar en otra cosa es un remedio más viejo que el hambre pero siempre funciona. Lo que no funciona es revolcarse en la mierda, huele mal y ayuda poco.

 Que tu boca no lance sapos y culebras. El lenguaje positivo nos predispone a una actitud del mismo tono y al final cosechamos lo que sembramos. Seamos corteses, amables y educados con los demás y todavía más en casa. Conseguiremos el apoyo de los nuestros y que los que no lo son se pongan un poco de nuestro lado.  Y esto es un hábito que se consigue con la práctica porque una vez solo no basta.

 Seamos nuestros mejores amigos. Felicitémonos por lo que vamos consiguiendo y consolémonos por lo que no nos sale bien como haríamos con nuestro mejor amigo y apliquemos lo estipulado en el punto uno que acabamos de leer.

 Mejor callado que cabreado. Si en un momento dado no sabemos salir de una situación embarazosa o no encontramos las palabras adecuadas para levantar la moral propia y la de la tropa, mejor callar que despotricar. Conseguiremos más rápidamente la paz mental para dar la vuelta a la tortilla y no transmitiremos malas vibraciones a los que nos rodean.

 ¿Y un botiquín con antídotos? Todos tenemos una canción, una fotografía, una lectura o un pensamiento que nos da una dosis de buen rollo, ¿qué perdemos con tenerlos siempre a mano?. También sirve ponerse algo que nos guste,  un vestido, una camisa o un perfume, todo vale para hacer frente los malos momentos.

 ¿Y si jugamos un poco? Lo de jugar nos puede parecer infantil pero no sabéis lo bien que va. Jugar a un juego, conectarnos con una aplicación que nos divierta o simplemente decir alguna cosa graciosa, el niño que tenemos dentro, todos lo tenemos, nos echará una mano, seguro.

Jordi Collell 

 

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