En nuestro trabajo de consultoría, nos encontramos
muchas veces con elementos que dificultan nuestra labor. Problemas a la hora de
acceder a determinada información y problemas en el alcance de nuestro
trabajo, entre otros… Es curioso que en aproximadamente un 75% de casos,
siempre identifiquemos problemas en el staff administrativo de las empresas.
Concretamente, en la mayoría de sociedades encontramos lo que se denomina
“Toxicidad”.
En efecto, la toxicidad es el ambiente generado por
las personas tóxicas, término de moda acuñado por un famoso escritor que ha
tenido bastante éxito abarcando el tema. Nosotros hemos desarrollado nuestra
propia metodología para una identificación efectiva de este tipo de personas, y
la resumimos en 5 puntos clave.
1º) La regla de oro. Los tóxicos son aquellos a los
que más les molesta tu mejor versión. No falla, cuando algunas personas brillan, otras se
sienten en la sombra. Suele ser un problema relacionado con un complejo de
inferioridad arrastrado durante muchos años. Dicho complejo genera envidias,
reticencias y mucho rencor.
2º) Los tóxicos siempre critican, incluso a ti. En efecto, identificamos enseguida
a una persona tóxica porque tiene una tendencia obsesiva a criticar a los
demás. Por supuesto hace lo propio contigo cuando eres tú el ausente. Es un
denominador común en todos los tóxicos o nocivos.
3º) Pesimista crónico. Normalmente las personas tóxicas
suelen transmitir malas vibraciones, porque son lo que acumulan y se encargan
de dispersar. Malas noticias, malos augurios, y sobretodo el convencimiento
total y absoluto de que si algo puede salir mal, saldrá mal.
4º) Nunca felicitan, y menos delante de otros, nunca
celebran nada. “Enhorabuena” y “buen trabajo” son palabras tabú para los tóxicos. Un
compañero tóxico nunca reconocerá tu trabajo, y mucho menos delante de un
superior. Un jefe tóxico mucho menos, porque tiene esa absurda idea de que
reconocer un trabajo bien hecho implica tener que subir el sueldo a final
de mes.
5º) “Si yo no adelgazo, que todas mis amigas engorden”. Es la premisa principal de un
tóxico. No nos engañemos, una persona que nunca felicita, que nunca celebra
nada, que es pesimista, que critica a los demás y que siente una envidia atroz,
es un infeliz, y como tal, tiene una vida que lamenta. Consciente de su
incapacidad para mejorarla, entiende que la única cosa que puede mitigar su
angustia, es ver que los que están a su alrededor son todavía más desgraciado
que él. Y por ello, se pone manos a la obra.
Precisamente por todo lo mencionado, el mejor consejo
para no sucumbir ante un jefe o compañero tóxico, es mantener la distancia
en la medida de lo posible. Desgraciadamente en el ámbito laboral, las
relaciones deben continuar a pesar del nivel de toxicidad de muchas personas,
por eso se aconseja reducir la relación a lo estrictamente laboral, y sobre
todo, no doblar nunca la rodilla ante una persona tóxica. Si a los demás
les molestan nuestros logros, nuestros avances y nuestras capacidades, es su
problema, no el nuestro. Pero bajo ningún concepto se debe ceder ante una
persona de este tipo.
No olvidemos que el hecho de brillar no
implica apagar la luz de los demás. De igual modo, aquel que no consigue
ese brillo tampoco tiene derecho a que todo el mundo viva en la penumbra
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