La escuela estoica nos da lecciones increíbles que
están accesibles a todos desde hace cientos de años y a las que pocas veces
prestamos atención.
No es fácil invertir tiempo en medio de todas las
ocupaciones y distracciones que tenemos en estos días y retroceder mil años
para recordar que la humanidad ha tenido siempre los mismos problemas que tu y
que yo. Otros han creado escuelas de pensamiento justo para tratar sobre
los temas que más nos interesan como el estrés, las
preocupaciones, la felicidad, el sentido de la vida, etc.
Una de ellas es la escuela estoica, y el filósofo
Epicteto como centro el principal protagonista.
Epicteto y la escuela estoica
Epicteto nació esclavo y nació en la actual Turquía en el
55 d.c. Era un hombre cojo, pobre y sin familia. No tuvo libertad durante la
mayor parte de su vida. Tuvo la suerte de estudiar con su segundo “dueño” que
era ilustrado y le acercó al mundo de los estoicos. No parece que tuviera una
vida fácil.
El estoicismo nació en el Siglo III a.C , cien años
después de la muerte de Sócrates.
La filosofía de los estoicos nació como una forma
de soportar todo el caos en el que estaban viviendo aquella sociedad (guerras,
conquistas, incertidumbre, etc).
Según los estoicos, si usas tu razón para superar tus
apegos y aversiones a las condiciones externas, podrás permanecer imperturbable
ante cualquier circunstancia. Aquí también, se ve un trasfondo de
similitud entre el estoicismo y el budismo.
En el Siglo I d.C la filosofía de la libertad interior
y desafío exterior de los estoicos se extendió en Roma, donde fue utilizada por
políticos y gobernantes de primer orden que la usaron como una filosofía de
resistencia ante la tiranía del imperio.
Pero volviendo al protagonista y para acabar estas
pinceladas de su historia: el “dueño” de Epicteto le liberó y éste se
convirtió en filósofo estoico.
En el año 94 d.C el emperador Domiciano expulsó a todos
los filósofos de Italia y Epicteto tuvo que marchar al exilio.
Epicteto fue uno de los filósofos más influyentes en
Marco Aurelio -él mismo era filósofo-.
Las Meditaciones de Marco Aurelio
es uno de los libros de filosofía práctica
más importantes que una persona puede leer en su vida. Parece mentira que un
emperador fuera capaz de tener esa vida interior y escribir ese libro. Epicteto
fue uno de los filósofos que más influyó en Marco Aurelio.
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La filosofía de la resiliencia de
Epicteto
Esta filosofía estaba marcada por el entorno en el que
vivía la gente: guerras, persecución, ejecuciones constantes y miedo de
encarcelación. Todo esto afectaba también a los filósofos que no escapaban del
caos, de hecho ellos mismos fueron perseguidos.
¿Cómo mantenía el estoico la calma y fortaleza entre
toda esa incertidumbre y opresión?
Cuando estaba tan mermada la capacidad de controlar el
propio destino, los estoicos dieron las claves para seguir siendo los capitanes
de nuestro mundo interior.
Epicteto separó aquello que podemos controlar y lo que
no.
Los estoicos no es que no tengan emociones, sino que
comprenden que no tiene sentido tener pánico por los aspectos de una situación
que no se puede controlar, y es mucho más lógico centrarse en aquello que
podemos gestionar.
Lo interesante es que esta capacidad de reacción la
pueden aprender todas las personas, incluso aquellas que disponen de
poca “resiliencia” natural, como yo.
Hay personas afortunadas que disponen del recurso de
la resiliencia de forma habitual, y son capaces de ver los problemas como retos
que vencer y como oportunidades para superarse. Simplemente, hay gente que nace
con esta capacidad y otros que no.
Pero lo importante es que los factores que aumentan la
resiliencia pueden aprenderse.
El concepto de la resiliencia de Seligman (libro
recomendado Learned
Optimism: How to Change Your Mind and Your Life) se basa en la
filosofía griega de los estoicos. Se puede enseñar el vínculo causal que existe
entre convicciones y estilos de interpretar la realidad y de reacciones
emocionales.
Las cosas que no podemos controlar
Nuestro cuerpo
Nuestros bienes
Nuestra reputacion.
Nuestro trabajo.
Nuestros padres.
Nuestros amigos.
Nuestros compañeros de trabajo.
Nuestro jefe.
El clima.
La economía.
El pasado.
El futuro.
Nuestra muerte.
Lo que controlamos
Nuestras convicciones
Zona 1: nuestros pensamientos y
convicciones. Según Epicteto, debemos aprender a ejercitar nuestro poder en la.
Es en la zona 1 donde somos los reyes, en ella podemos ejercer nuestra
soberanía.
En lo que pensamos y creemos siempre tenemos elección.
Los estoicos hacían hincapié en que nadie puede
obligarnos jamás a hacer algo en contra de nuestra voluntad.
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Zona 2, la de los acontecimientos
exteriores: Debemos aceptar que nuestra soberanía no es completa en ella.
Realmente tenemos muy poca capacidad de influir en esta zona.
Debemos aceptar nuestra falta de control en esta zona,
de lo contrario estaremos infelices o con temor constante.
Los errores sobre el control de
nuestra vida
Según Epicteto, muchos sufrimientos surgen de dos
errores:
- Tratamos de ejercer un control sobre algún componente de la Zona 2, algo externo que no está en nuestras manos. Nuestra reacción al ver que no podemos controlarlo es rabia, descontrol, frustración, amargura o depresión
- No nos responsabilizamos de la Zona 1, nuestros pensamientos y creencias. En lugar de eso echamos la culpa de lo que nos ocurre al mundo exterior: a nuestros padres, amigos, al jefe, al gobierno…
Estos dos errores son los que crean muchas de las enfermedades
y trastornos mentales de la sociedad donde vivimos.
Una persona con ansiedad social, por ejemplo se
obsesiona con lo que piensan de ella los demás y se vuelve nerviosa y desesperada
por culpa de su fijación por las opiniones ajenas sobre las que no tiene ningún
control.
Concentrarnos en la Zona 2 es el camino de la
paranoia.
Las personas depresivas reprochan su mal humor al
mundo, siempre a factores externos. Echan la culpa a la situación del mundo, a
la sociedad, a la familia. Evitan tener cualquier tipo de responsabilidad.
En las circunstancias realmente difíciles es
interesante observar cómo reaccionan las personas. Ante la misma situación,
habrá personas que caen directamente en el pánico, porque se centran en los
aspectos de la situación que no pueden controlar.
Otras personas se mantendrán en calma y se centrarán
instantáneamente en lo que pueden hacer para mejorar la situación, en aquello
que está en su mano.
La resiliencia y la salud mental se consiguen cuando
nos centramos en aquello que nos es posible controlar, sin exasperarnos por lo
que no está en nuestras manos.
En Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva
, Stephen Covey aconseja ser “proactivos” en este
sentido:
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![comillas](file:///C:\Users\XPhoenix\AppData\Local\Temp\msohtmlclip1\01\clip_image004.gif)
Todos tenemos la capacidad de elegir nuestra respuesta
incluso en las situaciones difíciles de controlar.
Entre el estímulo y la respuesta, hay un espacio.
En ese espacio es donde están nuestra libertad y
nuestro poder.
Al igual que Epicteto, Stephen Covey propone dos
círculos:
El círculo exterior es el de la preocupación: abarca las cosas por las
que podemos preocuparnos, pero sobre las cuales no podemos influir.
El circulo interior, más pequeño y dentro del exterior. Es el círculo de
la influencia. Está formado por las cosas que podemos controlar y sobre las que
debemos responsabilizarnos.
Cuanto más nos concentremos en el círculo de la
influencia, más felices y eficientes seremos.
Con este enfoque es posible caer en la
malinterpretación que aquello que nos queda lejos, no debe influirnos. Por
ejemplo los asuntos graves del planeta como la contaminación que se ha ido de las manos o el hambre. Aunque nuestra
influencia sobre estos hechos sea pequeña, está en nuestra mano aportar nuestro
grano de arena. De forma colateral podemos cambiar nuestros hábitos consumistas
y derrochadores e influir sobre una o muchas variables.
Los estoicos eran todo lo contrario a inactivos y
apolíticos. Creían firmemente en hacer todo lo posible por ayudar a los demás.
La clave está en hacer todo lo posible por mejorar el mundo aceptando los
límites de nuestro control.
Como demostró el psicólogo Viktor Frankl en su
tremenda historia personal en los campos de concentración: El hombre en busca de sentido
, en las circunstancias que no podemos controlar
podemos hacer uso de nuestra libertad interna y nuestra capacidad de estar por
encima de los hechos.
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Las circunstancias externas se pueden ver como una
forma de aumentar nuestra capacidad de iniciativa y libertad moral.
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Epicteto y los estoicos nos mostraron un método para
conservar nuestro espacio de control incluso en las situaciones más difíciles.
Me sorprende lo poco que buscamos referencias
antiguas. La mayor parte de los libros de “autoayuda” están parafraseados con
conceptos que ya están escritos por otros hace siglos. A veces las personas
olvidamos ir a las fuentes, al origen de una idea. Al hacerlo nos perdemos la
esencia misma de un conocimiento en el que otras personas han invertido muchos
años, incluso escuelas enteras de pensamiento como los estoicos. Estas
enseñanzas las vamos a ver una y otra vez en libros “embotellados” bajo otros
títulos como para hacernos creer que son invenciones recientes. Uno de los
casos más notorios es el libro de “El secreto“.
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