Acaba de caerte café hirviendo en la pierna, tienes que hacer una entrega
en media hora y un 'compañero' no deja de cantar Los Chunguitos. Calma. Aquí
tienes unos consejos para manejar el odio
Ya sea porque tienes un mal día en el trabajo, como
consecuencia de un malentendido con un amigo, porque hayas tenido bronca con tu
pareja o porque tu
jefe ha decidido endosarte sus tareas –por si te aburrías sólo con las tuyas–,
todos tenemos momentos de furia transitoria en los que nos cuesta mucho
controlar el odio.
El estado mental en el que nos encontremos influye
mucho en lo irascibles que estemos. En situaciones de estrés, muchos nos
convertimos en una auténtica bomba de relojería a punto de
estallar.
Con la idea de aplacar estas sensaciones, Margarita
Tartakovsky recoge en Psych Central algunos consejos de expertos en medicina y
psicología para devolvernos la tranquilidad al instante, independientemente de
cuál sea el factor o la situación que nos esté poniendo de los nervios.
Como dijo el filósofo romano Séneca “la ira es
un ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier
cosa sobre la que se vierte”, y lo cierto es que al terminar el día el que está
mentalmente agotado por el
enfado, tiene dolor
de cabeza e incluso puede haberse metido en un verdadero lío con el jefe o
algún amigo, eres tú. ¿Ha merecido la pena? No. Aprende a controlar tu
ira.
Respira profundamente
Un clásico: toma aire profundamente, retenlo unos
segundos y expúlsalo despacio. Además de relajar el ritmo de tus pulsaciones y
oxigenar el cerebro, estarás ganando algo de tiempo para pensar y tranquilizarte antes de contestar
un improperio a quien menos se lo merece (y aunque así fuera, siempre es buena
opción ahorrárselo).
“La respiración es la estrategia más rápida y fiable
para calmar un estado mental de ansia, y cualquiera puede utilizarla cuando
quiera”, explica la psicóloga Melany Tromba. Si además podemos cerrar
los ojos y ponernos la mano en el estómago –cerca del diafragma– para notar
cómo nuestro cuerpo se llena de aire, la sensación de relax será mayor.
“Las respiraciones profundas activarán el sistema nervioso
parasimpático del cuerpo, también considerado como el sistema de
escala hacia la calma”, comenta Tromba quien recomienda hacer estos ejercicios
cuando paramos en un semáforo, mientras esperamos en una cola antes de entrar
en una reunión o de cuando en cuando en nuestro propio lugar de trabajo.
Descarga la tensión muscular (sin saco de boxeo)
Los principales músculos del cuerpo son los que mayor
carga de adrenalina acumulan y estimularlos nos ayudará a expulsar toda esa
energía acumulada. Como explica la psicóloga Karin Lawson la idea es
“utilizar rápidamente el exceso de energía que acompaña a las emociones
intensas para generar una sensación de calma”.
Es importante poner a trabajar nuestros sentidos para
despistar la atención de lo que nos está enervando
Está claro que no te vas a poner a hacer abdominales
en el trabajo ni en el transporte público, pero, en la medida de lo posible,
elevar los brazos tensionándolos o levantar algún objeto pesado –al más
puro estilo Harrijasotzaile pero sin levantar piedras de 100 kilos, con
mover una cajonera o unos libros puede bastar– nos ayudará. Otro truco,
sentarte y levantarte del asiento varias veces a modo de sentadillas.
Desvía la atención de lo que te enerva
Es importante poner a trabajar nuestros sentidos para
despistar la atención de aquello que nos enerva. Por ejemplo, si el
desencadenante es algo que hemos visto, lo mejor es poner en marcha el tacto,
el olfato o el sabor para relajarnos. Según Tromba, mirar una fotografía o
cuadro, saborear un trozo de menta, echarnos cremas o aceites aromáticos
en las manos o encender una vela y olerla, pueden ayudarnos a distraernos
del foco de nuestro enfado.
Busca gestos afectuosos y tranquilizadores
“Un simple toque suave también puede inducir un estado
de calma”, comenta Lawson. Esto podemos conseguirlo a través de un abrazo, con
un masaje o una caricia. Como no vamos a pedirle a cualquiera que nos dé un
achuchón o deslice sus dedos por nuestro tensionado cuello, prueba a hacerlo tú
mismo dándote calor y calidez con tus propias manos.
Aléjate del foco de ira
Es fundamental apartar de nuestra mente –y vista,
tacto, olfato y oído, si es posible– el factor estresante. “Cuando estamos
ansiosos o molestos por algo por lo general ocupa un espacio significativo
en nuestra cabeza”, explica Tromba, nos distrae, agota nuestra energía y
nos impide concentrarnos por lo que hay que alejarlo cuanto antes.
Si no puedes huir físicamente del lugar de conflicto,
hazlo mentalmente. La psicóloga recomienda escribir tus pensamientos y
sentimientos en ese momento respondiendo a preguntas como “¿qué te está
molestando más de esta situación?, ¿te gustaría volver a enfrentarme a ella
después?, ¿cuál está siendo tu reacción ante el problema?”.
Después, coge el papel y déjalo en una estantería:
“La idea es alejarse de las emociones y la tensión para responder ante la
situación con mayor
eficacia”, explica la psicóloga. Siempre puedes releerlo al rato y darte cuenta
de que era una bobada en la que no merece la pena perder el tiempo o, en el
peor de los casos, retomar el cabreo en base a lo escrito.
Cántate un temazo
Según Lawson, “cantar hace que respiremos
profundamente y ayuda a reducir la intensidad de la situación que nos está
molestando”. El tema que decidas entonar será la clave para acabar con la
frustración o aumentar tu ira. Tú escoges.
Piensa en verde
La psicología de los colores puede ayudarnos a pasar
de un estado de tensión a uno de calma. Podemos, por ejemplo pintar las paredes
con colores que transmitan relax, como el verde o el violeta, o usarlos más en
el vestir cotidiano.
Lawson defiende que “estos estímulos positivos pueden
ayudarnos a volver a un estado neutral y dejar de gastar energía en los
pensamientos angustiosos o situación, aunque sólo sea un poco”. La psicóloga
sugiere que utilizar un libro para colorear –“especiales para adultos”,
especifica– para “inducir una sensación de calma a través de la repetición
creativa”.
La importancia del espacio vital
Al margen de las creatividades recién comentadas, está
claro que en un momento de furia lo último que necesitas es que te rodee una
multitud. Buscar espacio para calmarte y pensar en lo que acaba de ocurrir te
ayudará a ver la situación
con perspectiva. Si no puedes salir al exterior, hacer una llamada, comentarlo por el chat
del trabajo o ir con algún compañero al descansillo de la escalera a charlar
serán buenas opciones.
Aprender de los demás: lo que la gente happy
puede enseñarte
No a todo el mundo le relajan las mismas cosas, pero
seguro que te habrás encontrado con personas que tienen una mayor capacidad
para estar relajados y apenas se ponen nerviosos. ¿Cómo lo harán? Lawson
plantea aprender de ellos haciendo un brainstorming del que puedas sacar
ideas adicionales para mantenerte en un estado de calma.
La idea es utilizar rápidamente el exceso de energía
que acompaña a las emociones intensas para generar una sensación de calma
Hay personas que lo consiguen a través del yoga o la
meditación, otras procuran acudir a darse baños o masajes relajantes a menudo,
hay quienes simplemente necesitan contar hasta cien e incluso personas
cuya presencia sin más es relajante. Puedes ir probando las distintas
estrategias hasta encontrar la que mejor te funcione.
Una rutina que alivie el estrés
Más allá de estas estrategias rápidas para encontrar
la calma al instante. Los expertos recomiendan buscar unos hábitos relajantes
que nos ayuden a eliminar el estrés, pero es importante hacerlo todos
los días.
“Si esperamos para cargar la batería del móvil cuando
está al 25% y sólo tenemos cinco minutos para cargarla, no nos durará lo
suficiente para revisar el correo electrónico, descargar un documento o
realizar una llamada. Tenemos que tener una rutina que nos recargue de
forma regular al 100%”, ejemplifica Tromba.
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