La falta de
tiempo libre sirve como excusa comodín para todo aquello que no resulta
prioritario en nuestra vida, pero es fácil terminar los libros antes
Hasta su fallecimiento el pasado octubre, la
bibliotecaria estadounidense Harriet Klausner logró completar 31.014
críticas de libros en el portal Amazon, la mayor cifra alcanzada nunca
por un usuario de la conocida librería.
Aunque Klausner fue atacada por numerosas personas que
aseguraban que era imposible que se leyera tantos libros, ella defendió siempre
que había consumido todas las novelas sobre las que hablaba, si bien algunas
eran tan cortas que podía cepillárselas en sólo una hora; sobre todo las del género
romántico, uno de su preferidos.
La bibliotecaria se confesaba “una friki de la
lectura rápida”, capaz de ventilarse de media dos novelas al día, pero
no cabe duda de que tenía el mejor trabajo para leer. La mayoría de
nosotros tenemos obligaciones laborales y familiares que nos impiden leer
tanto. Y es algo que para muchas personas resulta frustrante.
Según una encuesta del Centro de Investigación
Sociológica (CIS), el 35% de los españoles no lee “casi nunca” o directamente
“nunca”, pero de estos sólo un 42% reconoce que no le gusta hacerlo o no
le interesa; el resto asegura no tener tiempo.
De nuevo, la falta de tiempo libre sirve como excusa
comodín que vale para todo aquello que no resulta prioritario en nuestra
vida. Es obvio que la mayoría de nosotros leeríamos más si nos quedáramos todo
el día en casa sin nada que hacer o estuviéramos presos, como León Trostki,
que en los dos años que estuvo encarcelado no se dedicaba a otra cosa y se
ventiló casi toda la biblioteca del penal. Pero hay muchos ejemplos de
personas tremendamente ocupadas que, aun así, sacaban o sacan tiempo para leer.
El 35% de los españoles no lee “casi nunca” o directamente
“nunca”, pero de estos sólo un 42% reconoce que no le gusta hacerlo o no le
interesa
Agatha Christie leía 200 libros al año; Thedore Roosvelt uno
al día, o incluso dos o tres si tenía una noche tranquila; los gurús de la
tecnología Elon Musk, Bill Gates o Mark Zuckerberg son ávidos
lectores que logran leer varios libros a la semana; el inversor Warren
Buffet tiene como hábito leer 500 páginas al día; y de Winston Churchill
se dice que leyó más de 5.000 libros en toda su vida: más de siete al mes, cada
mes durante 60 años.
¿Cómo lo lograron? Desde luego no hay una receta
única, pero todos podemos leer más si seguimos una serie de consejos: los
mismos que siguen los más ávidos lectores de nuestro tiempo.
1. Utiliza las técnicas de lectura
rápida
Como es lógico, leer más rápido puede ayudarnos a leer
más, y existen una serie de técnicas que incrementan la velocidad con la que
pasamos las páginas sin detrimento de la comprensión de las mismas.
La velocidad promedio de lectura en Europa está entre
200 y 250 palabras por minuto, pero es relativamente sencillo elevar la cifra a
400
El escritor británico Tony Buzan es uno de los
pensadores que más ha explorado las técnicas de lectura rápida, tan pronto se
dio cuenta de que algunos compañeros de su clase leían más rápido que él. En 'El libro de la lectura rápida' (Urano), Buzan asegura que
esta técnica cambió su vida pues, “en lugar de leer, no sé, 1.000 libros en mi
vida, ahora quizás lea unos 2.000”.
Exageraciones a parte, hay una serie de técnicas que
mejorar nuestra habilidad lectora. Estas deben entrenarse (hay numerosos
cursos destinados a tal fin) pero también pueden practicarse de forma
autodidacta. Existen dos principios básicos:
Reducir el tiempo que gastas en cada
línea
Es posible leer más rápido si entrenas la vista para
capturar más información en cada vistazo. El truco consiste en hacer pequeños
saltos, y recoger el máximo contenido en el mínimo contenido posible. Esta
es la clave principal de las técnicas de lectura rápida, que es posible
entrenar. La velocidad promedio de lectura en Europa está entre 200 y 250
palabras por minuto, pero es relativamente sencillo elevar la cifra a 400, lo
que nos permite leer mucho más. Los campeones de lectura rápida pueden llegar a
procesar más de 4.000 palabras por minuto comprendiendo a la perfección lo que
han leído.
Aprender a no releer
Un lector normal pasa hasta un 30% de su tiempo de
lectura releyendo las mismas partes del texto, que no ha comprendido. Si no es
por puro gusto, esta práctica nos hacen perder el tiempo con algo que ya
deberíamos haber procesado. Por ello es tan importante la concentración:
cuánto menos distraídos estemos, menos tendremos que volver sobre las mismas
páginas.
2. Si no te gusta un libro, déjalo
Nunca en la vida lograrás leerte todos los libros editados
que podrían gustarte, por lo que (razones laborales aparte) no hay ninguna
razón para que te acabes uno que no te está gustando.
Con la edad nos hacemos más selectivos: somos menos
fácilmente impresionables, por lo que descartamos lo que no nos gusta con más
rapidez
Klausner reconocía que de entre los más de 30.000
libros que criticó, no se había terminado muchos de los que habían
recibido una puntuación negativa. “Si un libro no me interesa
cuando llego a la página 50, dejo de leerlo”, aseguró en una entrevista con 'The Wall Street Journal'.
La mayoría de críticos literarios hacen lo mismo que
Klauner. “Hay una cantidad de libros limitada que puedo leer a lo largo
de mi vida, y no voy a perder el tiempo con basura” reconocía en una columna la
periodista de 'The Times' Jenni Russell. En su opinión, además, con la
edad nos hacemos más selectivos: somos menos fácilmente impresionables, por lo que
descartamos los libros que no nos gustan con más rapidez.
3. Establece rutinas
Tan importante es aprovechar todo el tiempo disponible
para leer como liberar momentos en los que puedas hacerlo con tranquilidad. Bill
Gates, por ejemplo, siempre lee durante una hora en la cama antes de
dormir, independientemente de la hora a la que se acueste, una rutina que,
según afirmó a 'The Seattle Times', ya es parte insoslayable de su proceso
de conciliación del sueño.
Si nos dedicamos por la noche a ver la tele o trastear
en internet, lógicamente leeremos menos y, además, dormiremos peor
Por desgracia, no todos tenemos tanta fuerza de
voluntad como el fundador de Microsoft y, aunque tratemos de leer en la cama
antes de dormir, nos quedamos fritos pasados un par de páginas. ¿El secreto
para evitarlo? Empezar a leer antes y, si tenemos tendencia a caer
muertos en cuanto nos ponemos en horizontal, evitar llevarnos la lectura a la
cama.
Como decíamos con anterioridad, para leer más es
necesario establecer esta actividad como prioritaria. Si nos dedicamos por la
noche a ver la tele o trastear en internet lógicamente leeremos menos y,
además, dormiremos peor, pues la luz que desprenden los dispositivos
electrónicos interfiere en un correcto descanso (ojo por tanto con leer en
la tablet).
4. Aprovecha cada momento libre
Cierto es que la mayoría de nosotros no podemos leer
alegremente en el trabajo y cuando llegamos a casa tenemos numerosas
tareas familiares. Por ello, para leer más, es importante aprovechar cada minuto
improductivo de que dispongamos.
El trayecto al trabajo es un buen ejemplo. Según una
investigación del servicio de estudios de La Caixa, realizada en 2008, los
españoles dedican de media 57 minutos diarios en ir y volver
del trabajo, un tiempo que aumenta significativamente en ciudades como Madrid y
Barcelona, donde no es raro emplear a diario dos horas en el trayecto. Si en
vez de desplazarnos en coche utilizamos el transporte público podremos emplear
todo ese tiempo en leer.
Pero el desplazamiento al trabajo no es el único
momento tonto del día que podemos aprovechar avanzar en nuestras
lecturas. Como explica en la BBC la periodista y 'coach' literaria Glynis
Kozma, aunque es muy recomendablre, puede ser muy difícil sacar una
hora para leer todos los días antes de acostarnos. Es más sencillo, por
ejemplo, leer 20 minutos mientras esperas a que se haga la cena. “Utiliza cada
cuarto de hora libre que tengas”, concluye.
5. Concéntrate
Tus lecturas serán más productivas si logras
concentrarte. A veces no nos queda otra, pero si sólo leemos en entornos con
muchas distracciones y tenemos que interrumpir la lectura cada pocos minutos no
lograremos coger el ritmo que nos permite ir más rápido.
Cierto es que hay personas acostumbradas a leer con
música de fondo, pero la ignoran por completo mientras están enfrascados en la
lectura
En ocasiones no es tan importante el entorno
(hay gente que lee de maravilla en el metro), sino las distracciones a las que
nos exponemos de 'motu propio'. El móvil es un buen ejemplo: es
imposible leer en condiciones si estás atendiendo cada minuto a las
notificaciones que te llegan.
Merece la pena recordar que la multitarea es un
mito, y si estás leyendo, por ejemplo, no puedes estar escuchando música al
mismo tiempo. Cierto es que hay personas acostumbradas a leer con música de
fondo, pero la ignoran por completo mientras están enfrascados en la lectura.
Si notas que la música te distrae trata de leer en silencio.
6. Lleva siempre un libro encima
Los grandes lectores tienen siempre una cola de libros
esperando y llevan uno o dos encima, para empezar a leer el texto siguiente en
cuanto han acabado el anterior. Si tratas, por ejemplo, de leer un libro por
semana, el cambio entre uno u otro sucederá en cualquier momento y si no llevas
el reemplazo encima perderás valiosos minutos en tu próxima lectura.
Además, nunca sabes cuándo vas a tener tiempo para leer: si tienes siempre un
libro contigo no estarás obligado a echar mano de las revistas del corazón
de las salas de espera, ni te moriras de aburrimiento si tu avión se
retrasa.
Ni qué decir tiene que cada libro tiene una
duración, hay pequeños relatos que se pueden leer en menos de una hora y
grandes volúmenes para los que necesitaremos un mes: organízate de tal manera
que nunca te quedes sin un libro del que echar mano.
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